Durante la autopsia realizada al cuerpo de Gardel —luego del fatal accidente del avión en que viajaba—, los forenses colombianos encontraron que tenía una bala alojada en el pulmón izquierdo. No sabían que ese proyectil llevaba casi veinte años dentro del cuerpo de Gardel.
Gardel se había relacionado con Alberto Barceló a través de uno de los políticos conservadores más cercanos al intendente de Avellaneda, Pedro Cernadas, quien se lo presentó. Simpatizante del Partido Conservador, el cantante no tardó en actuar en los actos del intendente, quien se lo agradeció con más de un favor. Uno de ellos fue proporcionarle una cédula de identidad de la Provincia de Buenos Aires, donde se documentaba —falsamente— que había nacido en Avellaneda.
En uno de esos actos, Gardel conoció al puntero político Juan Nicolás Ruggiero y se hicieron muy amigos. El cantante era cinco años mayor que Juan, pero a los dos les gustaba la noche y solían recorrer juntos las milongas y los prostíbulos de Avellaneda y de la Isla Maciel donde el pistolero —ya famoso— pisaba fuerte.
Un amorío clandestino
La creciente fama de Gardel no lo alejó de Ruggiero, aunque el cantor empezó a frecuentar y a presentarse en lugares mucho más sofisticados que los piringundines de Avellaneda, entre ellos el famoso Chantecler.
Fue allí donde «El Zorzal» conoció a Giovanna Ritana, pareja de Juan Garesio, propietario del local. Giovanna era el alma del Chantecler. Era, también, una mujer independiente para la época. Su relación con Garesio no le impedía tener sus propios negocios, entre ellos un salón de baile que manejaba a su antojo y sin permitir interferencias.
La relación entre Giovanna y Gardel pasó rápidamente de amistad a un romance que, aunque los amantes trataron de mantener oculto, llegó pronto a los oídos de Garesio. La relación de Giovanna con Gardel fue para él una afrenta que decidió vengar con sangre. La tarea la puso en manos de un pistolero en el cual confiaba: Roberto Guevara.
Balazo en el Palais de Glace
El sábado 10 de diciembre de 1915, Gardel convocó a sus amigos a celebrar su cumpleaños número 25 en el Palais de Glace, que por entonces era uno de los lugares preferidos de la juventud porteña para bailar tango. Bien entrada la madrugada del domingo, El Zorzal dio por terminada la fiesta, se despidió de todos y salió a la calle acompañado por su amigo Elías Alippi. Apenas había caminado unos metros fuera del local cuando escuchó que alguien le gritaba desde atrás: «Ya no vas a cantar más “El Moro”». Casi al mismo tiempo, el balazo disparado por Roberto Guevara le entró por la espalda y lo derrumbó. Gardel pasó varios días internado y luego terminó de recuperarse en su casa.