El amor es uno de los sentimientos más lindos y mágicos que existen en este mundo. Un sentimiento único, apasionante.
Un sentimiento que genera sonrisas, intensifica el brillo de los ojos y hace que nuestras mentes vuelen por la estratosfera como en una montaña rusa.
El amor implica mimos, besos, abrazos. Salidas al cine, paseos los domingos, reuniones familiares, cenas románticas. Sin embargo, el amor a distancia complica todos esos programas cotidianos. ¿Y complica al amor?
Hoy en día gracias a las nuevas tecnologías, la distancia puede ser más llevadera ya que la comunicación es más y mejor. Llamados, mensajes de texto, WhatsApp, Skype, Facebook, Twitter e Instagram son tan sólo algunas formas para comunicarse con el otro que vive lejos, en otra provincia, en otra ciudad, en otro país o incluso en otro continente. El reconocido cantautor y músico español, Alejandro Sanz, dijo alguna vez: “Amar a distancia es una gran prueba de amor”.
Así como existen lógicas desventajas de tener la persona que uno ama lejos, también hay ventajas a la hora de encarar una relación a distancia. Debido al esfuerzo y al sacrificio extra que implica el estar juntos, la relación puede ser más fuerte que cualquier relación común. También al ser pocos los momentos que uno comparte con su pareja, se aprende a valorar y disfrutar mucho más esos instantes que uno comparte a solas. Cada beso vuelve a ser un primer beso y cada sentimiento se multiplica. Mónica Cruppi, psicóloga, sostiene que “en las parejas a distancia hay un grado mayor de intimidad”.
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La creatividad, el humor, la simpatía y el diálogo también son fundamentales. Con tal de sentirse más cerca hay que buscar todos los días nuevas formas de conquistar al otro. Mandarle mensajitos románticos durante el día, dedicarle canciones, sorprenderlo.
Existen consejos y tips útiles a la hora de encarar una relación a distancia. Por supuesto que cada pareja es diferente y cada situación también. Pero hay un factor fundamental a la hora de vivir una relación con otra persona que vive a miles de kilómetros de distancia: la confianza. Confianza y sinceridad. Si uno no confía en la persona que vive lejos, será muy difícil que la relación prospere.
También es primordial no pelearse todo el tiempo que uno está separado. Así la relación se gastará más rápido y los esfuerzos por estar juntos se irán reduciendo hasta perder ese amor que alguna vez los unió. A su vez, se puede acordar una serie de “reglas a la distancia” como fijar un horario para compartir cotidianamente lo que le pasó a cada uno durante su día. En caso de que alguno no pueda cumplir con ese horario, es conveniente conversarlo entre los dos y modificarlo. Mantener el diálogo con la persona que vive lejos es esencial ya que el otro no puede adivinar mágicamente cómo se siente uno a la distancia.
Otro consejo es poner fechas a los próximos encuentros. Planificar cómo, cuándo y dónde ser van a encontrar. Así tendrán un problema menos y podrán disfrutar al máximo esos momentos en los que están juntos. Serán pocos los días o las horas compartidas como para andar discutiendo por cosas irrelevantes o peleándose innecesariamente.
Pablo Neruda, en uno de sus poemas, se preguntó: “¿Sufre más aquél que espera que aquél que nunca esperó a nadie?”.
La respuesta es compleja. Y depende de cada uno. Y de cada experiencia.