Si bien en estas cuatro décadas se ampliaron derechos gracias a la desmercantilización de muchas prestaciones que inciden en la calidad de vida de la población, hubo también retrocesos que se convirtieron en problemas estructurales: más pobreza e indigencia, precarización laboral y sueldos que no alcanzan. Para recobrar la expectativa del ascenso social y de mejorar la calidad de la democracia se requiere decisión política que combine osadía, creatividad y mirada de género
Si bien pueden identificarse logros sustanciales en algunas esferas de la vida social, aparecen al mismo tiempo enormes retrocesos en relación a la Argentina que existía antes de la dictadura militar que se inició en 1976. Retrocesos que se han constituido en problemas estructurales que demandan no sólo un diagnóstico certero y honesto, sino también políticas públicas con verdadero sentido de transformación.
Logros
En 1983, la población argentina alcanzaba los 28 millones. La tasa de mortalidad infantil era del 29,9 por mil y la esperanza de vida al nacer alcanzaba los 70 años. La tasa bruta de escolarización del nivel secundario alcanzaba al 60 por ciento y unas 600 mil niñas y niños asistían al nivel inicial. En 1983 se inscribieron unos 65 mil estudiantes en las 26 universidades nacionales existentes en aquel momento.
En 2018, la población aumentó a 45 millones. La tasa de mortalidad infantil había caído al 8,8 por mil y la esperanza de vida al nacer alcanzó a los 76 años. La tasa bruta de escolarización del nivel secundario superaba el 100 por ciento, unos 1,8 millones de niñas y niños asistían al nivel inicial y se estableció la obligatoriedad de ambos niveles de escolaridad. En ese año, hubo casi 425 mil estudiantes ingresantes en las más de cuarenta universidades nacionales.
Retrocesos
En la Argentina de mediados de las décadas de los 40-50-60-70, los índices de pobreza e indigencia alcanzaban a un porcentaje muy bajo de la población, por lo que no representaban “problemas de la agenda pública”. Los trabajadores contaban con un salario decente para el nivel de vida de aquel momento, así como acceso a cobertura de salud y seguridad social.
Actualmente, el mapa de pobreza e indigencia da cuenta de que 4 de cada 10 argentinas y argentinos son pobres y 8 de cada 10 son indigentes. Todas esas personas trabajan cotidianamente- en un empleo registrado o no registrado, fuera del hogar y dentro del hogar- y los ingresos que obtienen no les permiten cubrir sus necesidades. El paquete de diversos programas que el Estado implementa desde hace décadas bajo distintas modalidades, ha permitido atemperar esa insuficiencia de ingresos.
Con un nuevo gobierno, Argentina enfrenta la crisis con un plan económico similar a la década del 90. Recetas que se repiten y llevan a un mayor endeudamiento externo. Lo anterior repercute en la deuda interna que los políticos tienen con los ciudadanos.