El hecho ocurrió en la noche del 16 de septiembre de 1976 como represalia al reclamo
de los jóvenes por el boleto estudiantil gratuito. Seis de los diez estudiantes
secuestrados continúan hoy desaparecidos. Ellos son María Clara Ciocchini, María
Claudia Falcone, Horacio Ungaro, Claudio de Acha, Daniel Racero y Francisco
Muntaner.
De acuerdo con la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP),
creada en 1983 por el gobierno de Raúl Alfonsín para investigar las violaciones a los
derechos humanos, los secuestros se realizaron para combatir “la subversión en las
escuelas” y fueron planificados por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del
Ejército Argentino. La ejecución del plan corrió por cuenta de la policía bonaerense que
entonces estaba al mando del general Ramón Camps y del comisario Miguel
Etchecolatz, director de investigaciones de esa fuerza.
Contexto
Las víctimas fueron en su mayoría estudiantes de la UES (Unión de Estudiantes
Secundarios), de la ciudad de La Plata. Esta agrupación, junto a otras escuelas, había
reclamado en 1975 ante el Ministerio de Obras Públicas el otorgamiento del boleto de
autobús con descuento estudiantil. Esta circunstancia, junto al testimonio de uno de los
sobrevivientes, Pablo Díaz, ha popularizado la hipótesis de que los secuestros hayan
sido consecuencia directa de aquel reclamo. Sin embargo, otros sobrevivientes, afirman
que ese reclamo específico no tuvo ninguna incidencia.
Los adolescentes pasaron –como el resto de las víctimas – por el Destacamento Policial
de Arana. Después de unos días, los separaron: algunos fueron trasladados al Pozo de
Quilmes y otros al Pozo de Banfield. Claudio de Acha, Daniel Racero, Horacio Ungaro,
Francisco “Panchito” López Muntaner y Pablo Díaz fueron llevados al Pozo de
Banfield. Solo Díaz sobrevivió de ese grupo.
Las órdenes de detención habían sido libradas por el Batallón 601 del Servicio de
Inteligencia del Ejército y llevaban las firmas de Fernández y del coronel Ricardo
Eugenio Campoamor, jefe del Destacamento de Inteligencia 101. Lo más llamativo de
las mismas es que, en todos los casos, se les asignó grado de peligrosidad mínimo a los
estudiantes.
El caso tomó notoriedad pública en 1985, luego del testimonio de Pablo Díaz, uno de
los sobrevivientes, en el Juicio a las Juntas. Además, Díaz participó de la creación del
guion que llevó la historia al cine días antes de cumplirse una década de lo ocurrido, en
la película homónima. Cuatro de los estudiantes secuestrados sobrevivieron a las
posteriores torturas y traslados impuestos por la dictadura.
Esos chicos que desaparecieron y que vuelven a aparecer en la memoria colectiva cada
16 de septiembre. Están presentes y deben estarlo. ¿Los sentís?