Cuando te pedí partir nunca me detuve en dimensionar el peso de nuestra historia. Quizás porque la decisión ya se había tomado hacía mucho tiempo; y circunstancias de la vida provocaron que de algún modo esa decisión se pospusiera una y otra vez. Hasta que un día llegó.
Confiado de los pasos siguientes y de todo lo que conllevaría despedirme de vos, emprendí un camino de autoconocimiento y sanación. Porque para hacerle bien a nuestro entorno, primero debemos estar bien con nosotros mismos.
Es por eso que deje correr el río de nuestros sentimientos, debajo de aquel gran puente que supimos construir mutuamente. Puente, que a partir de aquel día, levantó sus lados y se transformó en un muro de contención. Donde todo del otro, a partir de ahora, no nos llegaría.
Realmente la decisión había sido tomada. ¿Los motivos?, creo que ambos los resguardamos en ese rincón del corazón donde no se toca. Debido a las cerraduras mentales que a veces le ponemos a las cosas, para acallar las voces que nos obligan a sentir aquello que no queremos permitirnos sentir.
Pero el amor también es compañía, sea cerca o desde la lejanía de un puente que ahora se transformó en un muro; el amor nos pide que seamos responsables por cada uno de nuestros actos.
Muchos son los vínculos que necesitan de un descanso para motivarse a un nuevo emprendimiento conjunto. Básicamente porque todos elegimos volver a vivir en aquellos lugares donde fuimos felices. Pero eso no quiere decir que uno tome el camino fácil; ó que regrese al pasado buscando cierto resguardo del futuro que llegó. No. No siempre es así.
Aunque cueste aceptarlo, hay historias que nos acompañan durante largas temporadas. Permitiéndonos pensar y repensar, una y otra vez, el porqué desear vivir entre los brazos de aquella persona con la que no te volviste a cruzar.
En lo personal, nunca pensé que esta historia me volvería a llamar. Iluso tal vez de mi parte, en creer que el proceso había concluído el día que pude ver con otros ojos a alguien más.
Y aún más iluso me sentí, al vivir un fragmento de una historia que no era la nuestra. Aunque yo intenté fingir que sí.
Los meses pasaron, y en dos oportunidad me sentaron de cara, ante una de las preguntas que aún no sé responder sin pensar en vos: – “¿Alguna vez estuviste enamorado?”-.
Creo que en esta última oportunidad, la consulta llegó por parte de un estudiante. Uno que se encuentra transitando su primer ilusión amorosa. Y aunque me tomó por sorpresa la espontaneidad de la pregunta, sólo supe tartamudear una respuesta tímida: -”Tal vez sí, pero no lo sabía.”-.
Creo que Carla Morrison se reiría, al enterarse de la cantidad de veces en las cuales su música tomó un protagonismo dulce en cada rincón de nuestro afecto, para que yo termine respondiendo con un tímido – “tal vez” – .
Pero a continuación de la respuesta, llegan las excusas. Indudablemente; excusas que hablan de dos personas que debieron abandonar la nave no por un hecho trascendental que pusiera en riesgo su avance; sino por la simple particularidad de la vida. En la cual existen momentos de desencuentro entre dos almas que transitan por separado diferentes desafíos y realidades.
Hay quienes sostienen, como yo, que: “Somos de quienes nos encuentran en pedazos y nos aman hasta dejarnos completos; porque en algún punto, somos de quienes no nos piden cambio alguno, pero nos mejoran casi sin quererlo.”
Luego de todo este tiempo comprendí que somos parte de aquellos que deciden amarnos sabiendo acompañarnos. A pesar de las circunstancias que estemos transitando.
Y en vos supe encontrar ese gran compañero; ese gran cómplice que en parte no busqué, y que en cuestión de años se transformó en una parte muy especial de mi.
Es raro, porque lo que siento por vos solo lo puedo comparar con una mezcla de sensaciones y sentimientos que en la “normalidad” se sienten tan distintos unos de otros. Pero qué referidos a vos hacen una combinación tan perfecta como la de verte sonreír después de haberme comentado un que otro dato más que curioso.
Por el momento no sé si fuiste real, sí de verdad estuviste acá. Lo único que sé, es que no estuve 100% a la altura de todo lo que significaste para mi. Pero no puedo negar lo real que se sintió amarte de esa manera. Porque maneras hay miles, pero en vos encontré la manera de sentirme seguro, de disfrutar cada segundo y preguntarme qué era lo que podría llegar después.
Es verdad que quizás fallé ante semejante sonrisa,y que tal vez no estuve ni cerca de cumplir cada uno de tus deseos, ó de acallar a cada uno de tus miedos. Pero estoy seguro, que antes de vos, yo fui una persona completamente distinta a la que soy hoy.
Una que no tenía idea de que llegaría el día, donde se preocupase por el correr de las 24hs que componen a un día. Porque al verlas correr, nos acercaría a algún tipo de final. Uno en el cual no podría continuar diciéndote lo mucho que te adoro.
Yo antes de vos, fui muchas partecitas separadas. Y hoy soy quien quiero ser a pesar de la distancia.
- ¿Alguna vez te enamoraste?
- Sí. Y fue la aventura de autoconocimiento más hermosa de todas.
- ¿Por qué?
- Porque fue real y correspondida. Porque fue con la persona que tenía que ser.