El 17 de agosto se conmemora el aniversario de la muerte de José de San Martín, en Argentina. Se contaron historias verdaderas y falsas sobre el prócer. Más allá del mito, San Martín fue un ser humano con muchas virtudes pero con muchos defectos y debilidades que resaltan su esencia.
La salud de San Martín no fue de lo mejor. Sufría de reuma y de dolores abdominales desde muy joven; en aquellos tiempos el único tratamiento para combatir los dolores que la patología articular le producía era el consumo de láudano (derivado del opio), fármaco del cual se volvió adicto. El consumo de esta sustancia no afectó sus facultades intelectuales pero si su estómago, llevándolo a padecer severas hemorragias digestivas que lo postraban durante días.
Don José habría sido iniciado en 1808 en una logia en Cádiz, de allí se dirigió a Londres, donde trabó amistad con el Conde de Fife y se vinculó con los patriotas (también masones) Alvear, Zapiola y Chilavert, entre otros. En esa ciudad habría recibido de mano de la orden, el plan “Maitland” para la conquista de América, plan que ejecutaría con el fin de liberarla.
Su pertenencia a esa logia explicaría algunas de sus extrañas decisiones de vida. Habiendo dejado de niño el Virreinato del Río de la Plata (territorio español), viajó a la península y se sumó al ejército español, luchando bajo su bandera durante más de 20 años. Sorpresivamente pidió la baja, viajó a Inglaterra y desde allí se embarcó hacia Buenos Aires, donde se convirtió en el paladín de la lucha libertadora americana. Diez años después, abandonó América y regresó a Europa para terminar sus días en el viejo continente.
Logia Lautaro
Ya en nuestro suelo, fundó las logias Lautaro de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza; Luego estableció logias en Chile y en Perú. Es fundamental tener en cuenta que desde Washington hasta Pueyrredón, pasando por O”Higgins, Miranda, Belgrano y hasta el propio Bolívar, todos pertenecían a la masonería, lo que sugiere una profunda relación de la misma con las luchas por la independencia libradas en el continente.
San Martín tenía un buen pasar económico. Recibía rentas de propiedades en Buenos Aires, Mendoza y Chile, así como una pensión desde Perú; también heredó un importante capital de su esposa Remedios. Don José tenía una casa en París y otra en Boulogne Sur Mer.
Abdicó conscientemente al mando supremo en medio de la plenitud de su gloria, sin debilidad, sin cansancio y sin enojo, cuando comprendió que su tarea había terminado y que otros podían continuarla con más provecho para América. Se condenó deliberadamente al ostracismo y al silencio, no por egoísmo ni cobardía, sino en homenaje a sus principios morales y en holocausto a su causa.
Frente a la presentación de un San Martín omnipotente, el revisionismo histórico se encargó de refutar aquella “historia oficial” más allá del bronce.