Vamos creciendo, y dependemos del otro para aprender cosas nuevas. Un guía o maestro que, mediante el juego, nos acompaña en la infancia. En esta época nos preguntaron que queremos ser de grandes y dábamos respuestas de todo tipo.
Es en la adolescencia, cuando empezamos a buscar independencia, aparecen situaciones de rebeldía ante los padres. Y empieza un viaje interior por descubrir ¿quién soy? Que se exterioriza en la búsqueda e identificación con algún grupo o tribu urbana que nos guste más.
Ya de adultos, la mayoría creemos tener las cosas un poco más claras sobre quiénes somos. Nos definimos por nuestro trabajo u ocupación, por qué somos padres o madres, hijos, tíos, nietos, abuelos. etc. Esa es nuestra etiqueta al presentarnos al mundo.
Pero en realidad ¿quién soy yo? Somos el resultado de nuestros antepasados, los valores y creencias adquiridas, nuestras vivencias, la cultura y el espacio geográfico social.
Somos seres creados y creadores, sujetos producidos y productores.
Y llega un momento en el que tomamos la decisión de si seguir o no con los patrones aprendidos o transformarse. Cualquiera de las dos opciones no son ni positivas ni negativas, en realidad depende de la circunstancia de cada uno.
Las circunstancias son hechos bastante relevantes pero recordemos qué al final nosotros tenemos el control y decidimos si las circunstancias nos definen. Por eso, si no sabemos la respuesta a quienes sómos, un primer paso es mantener la calma y reconocer esa emoción que hemos traducido como un sentimiento generalizado.
Luego debemos aceptar que a medida que crecemos también cambiamos interiormente. Y que valiosa oportunidad para volver a conocernos: probando cosas nuevas, hacer un curso, cambiar de trabajo, salir de la rutina, etc. Así, quizás te lleves la sorpresa de enamorarte de la nueva persona que sos.
También es importante canalizar esa energía en cosas sanas que despierten tu creatividad , quizá oculta, reprimida por alguna razón. Es un momento de repensarse y de buscar a ese niño interior que tenía bien claro que quería ser de grande.
Obviamente, si la pregunta persiste y viene acompañada de un malestar constante, es vital acudir a un profesional que nos oriente.
Y vos, ¿te animás a redescubrir quién sos?