n mayo de 2013 tuve la oportunidad de visitar el museo Kiasma de Helsinki en Finlandia, en un día lluvioso de primavera, y seguir su guía denominada “Budget Cut” para el año de 2013. Este museo se halla emplazado en la avenida Mannerheimintie, de variado comercio en la zona, en una ciudad que por primera vez visitaba, y cercano a una gran estación de trenes, a otros museos, al Parlamento, a la estatua de Karl Mannerheimintie que da el nombre a la avenida, y desde allí se puede llegar a pie a la Academia de música Sibelius, para altos estudios y directores de orquesta.
En la guía de presentación se pregunta ¿qué es Kiasma? y se responde que, después de visitar el Museo, la exhibición de una serie de artistas contemporáneos del mundo Fin y de los países escandinavos, balcánicos y rusos, uno se puede enamorar o salir furioso con el arte exhibido, entretenerse, sorprenderse o impresionarse.
Porque Kiasma se propone y programa minuciosamente actividades de promoción de debates sobre el arte, presentación de teatro contemporáneo o performances, trabajos al aire libre, presentación de películas y música, en un lugar de encuentro entre las obras exhibidas, los artistas, los prejuicios circundantes, las ideas antiguas y modernas sobre arte y los visitantes, ya sean turistas, profesionales del arte, filósofos, estudiosos o simple curiosos, cada uno en su mundo cotidiano, en donde se plantean ideas y se cuestiona ¿qué es el arte y la cultura en nuestro tiempo?, ¿para qué sirve el arte?,¿qué sentido tiene el arte puro si existe?, ¿es necesariamente el arte bello? o si ¿el arte significa un mensaje de comunicación?
El nombre Kiasma tiene una historia, que se remonta al Concurso de Méritos que se abrió entre arquitectos con el fin de construir un Museo Contemporáneo de Arte en Helsinki, en el año de 1992. El ganador del Concurso fue el arquitecto norteamericano Steven Holl, quien planteó una propuesta con el nombre de Chiasma, que significa en griego “el punto del cerebro humano en el cual los nervios ópticos se encuentran”. La escritura de la palabra fue cambiada a Kiasma y el museo se abrió en 1998.
La impresión del edificio es el de una construcción blanca, cerrada pero con permanente luz blanca pálida, con dos bloques y un espacio interior, como de una cuña, que abarca hasta el último de sus cuatro pisos en un costado, bordeado por una rampa de ascenso para llegar a los diferentes pisos, los cuales conducen a los varios salones de exhibición, y balcones internos sobre este espacio. Se puede ascender igualmente por ascensor.
La directora del Museo Pirkko Siltari, en la bienvenida de la guía de presentación del Museo en la primavera de 2013 dice:·”La magnífica colección del Museo estará en una exhibición más extraordinaria que nunca antes bajo el título: “La realidad que muerde, Documento en arte contemporáneo”, desplegada en tres pisos.”
Esa realidad que muerde se compone de 56 artistas que trabajan a partir de materiales documentales que entran en choque con la realidad de donde parten, algunas obras no muestran con evidencia el documento de archivo donde se han inspirado, pero todas critican de algún modo la sociedad contemporánea.
Es así como la obra fotográfica de Jouko Lehtola se recrea a partir de tragedias que han ocurrido en la sociedad, a partir de fotografiar carros chocados y vueltos pedazos, sitios donde la gente ha muerto por droga, o instrumentos que han servido para desarrollar violencia doméstica. Dan Perjovschi, con una línea elemental y gruesa sobre el muro blanco, como un grafiti,. dibuja un hombre que tiene un revólver y va a dispar sobre el globo de su pensamiento, que emana de su cabeza, como en los cómics. Al igual, dibuja en forma esquemática al pintor de caballete que decide levantarlo como su obra.
La obra de Marja Kanervo es un letrero grande sobre el muro de un salón del Museo que dice: NEED, sobre la pintura removida de la pared del mismo Museo, que muestra las bases escarapeladas. el pañete original sobre el muro y el yeso base que sirve de lecho a la pintura final, como una especie de documento-memoria de como se llegó al terminado formal, burgués y bonito de la pared.
La visita al museo deja en el ánimo una sensación ambigua y cruzada que es necesario re-interpretar en el pensamiento, tal como obra el cerebro con el testimonio sensorial que transmiten los nervios ópticos al cerebro humano, el cual le da sentido a la documentación visual allegada, este Kiasma que finalmente lleva el mensaje en el espacio al cerebro para que el hombre lo asimile como realidad externa temporal, reinterpretando al filósofo Emanuel Kant., quien afirma que lo que conocemos es el producto de nuestros sentidos, transmitido al cerebro bajo las categorías del espacio para los sentidos exteriores y el tiempo para nuestros sentidos internos. Pero así mismo, no podemos conocer el en-sí de las mismas cosas, sino que el producto final que tomamos como realidad, es algo que también tiene de nosotros mismos.