Las preguntas y la cercanía con lo desconocido
¿El cielo azul? Antes de nacer, ¿dónde estaba? ¿Puedo tocar una estrella? ¿Para qué sirven las preguntas? ¿Por qué existen las dudas?
Y rara vez es contestada esta pregunta, quizás por ser una persona fastidiosamente curiosa o la otra persona orgullosa e ignorante, pero muchas de las preguntas en el mundo son silenciadas en el viento, arrastradas a otras mentes, vivas por la curiosidad. Gracias a las preguntas estamos donde estamos, en la ciencia, en el arte, donde no sabemos y lo que no conocemos. Generalmente, damos por sentado que conocemos algo para seguir adelante en nuestra vida cotidiana. Parar el tiempo y preguntarse el porqué, para qué, cuándo y dónde de cada cosa a nuestro alrededor es una locura, pero es la realidad en espacio y tiempo, y lejos está de aquella verdad que desconocemos.
Porque a cada pregunta existe una respuesta. Si existe un número infinito de preguntas, existe un número infinito de respuestas; nos damos una idea de lo mucho que desconocemos. La cuestión es, si quien pregunta porque no sabe, y quien debería responder no sabe la respuesta, ¿dónde encontramos la verdad? ¿Por qué hay preguntas que no son preguntadas, y dónde están las respuestas esperando su pregunta?
Nacemos con filosofía en la sangre. Siendo la época que sea, la curiosidad nos ha brindado este proceso precioso en el que evoluciona nuestro alrededor y nuestro Ser. Cada hombre nace con su pregunta de la mano, con su objetivo por alcanzar, y su verdad oculta. Está en cada persona responder sus preguntas, buscando donde su Naturaleza indique el camino, seguirlo y responder.
Carl Sagan escribió “Poco de nosotros dedicamos mucho tiempo a preguntarnos por qué la naturaleza es como es; de dónde viene el cosmos, o si siempre ha estado allí; si un día el tiempo irá hacia atrás y los efectos precederán a las causas; o si hay límites definitivos a lo que deben saber los humanos. Incluso hay niños, y he conocido algunos, que quieren saber cómo es un agujero negro, cuál es el pedazo más pequeño de materia, por qué recordamos el pasado y no el futuro, y por qué existe un Universo.”
Las preguntas son puertas que nos permiten visualizarlas, nosotros debemos buscar la manera de encontrar la respuesta para abrir la puerta. Lo que está detrás de la puerta no es la respuesta, sino que la respuesta es lo que hace posible la apertura de la misma. La pregunta es lo más cercano a lo desconocido, contradictoriamente, que la respuesta misma. Por miedo, y por diversos factores, nos alejamos de la verdadera razón de nuestro existir, nuestro lado oscuro del alma, y la inmensidad de lo desconocido. Incluso existen preguntas que son consideradas inocentes por lo poco que conoce un niño en la juventud de su vida, pero que ha inquietado a la Humanidad completa desde el inicio de la misma. Debemos aceptar que hay un porcentaje enorme en la actualidad de preguntas ignoradas, tanto en adultos como en niños de todas las edades, que por una razón o por otra, no se empeñan en responder. Es fundamental para el avance del Todo afirmar o admitir que no sabemos una respuesta ante una pregunta, a decir que es una pregunta estúpida.
“Hay preguntas ingenuas, preguntas tediosas, preguntas mal formuladas, preguntas planteadas con una inadecuada autocrítica. Pero toda pregunta es un clamor por entender el mundo. No hay preguntas estúpidas”