Esta historia comienza en el siglo XVI, estas regiones eran parte del Imperio español, hasta que por problemas políticos y religiosos crean una nueva Republica llamada “Provincias Unidas de los Siete Países Bajos Unidos” mediante el Tratado de Ultrech en 1579. A inicios del siglo XVII, estas Provincias Unidas dominaban el comercio mundial y se estaban convirtiendo en el país más rico de Europa.
Varios factores explican el origen de la tulipomanía neerlandesa. Por un lado, el éxito de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales y la prosperidad comercial de los Países Bajos, y por otro, el gusto por las flores, especialmente las exóticas, que se convirtieron en objeto de ostentación y símbolo de riqueza.
A lo largo de las tres primeras décadas del siglo XVII, el tulipán fue la estrella de los jardines de los más ricos personajes holandeses y, de forma paulatina, fue incrementándose su precio. El negocio se convirtió en una práctica de taberna, lugar en el cual hombres de toda índole y condición se daban cita para comprar y vender los bulbos.
Poco a poco, las clases nobles fueron coleccionándolos. Los tulipanes eran entonces un símbolo de riqueza y ostentación. En 1636, se declaró una epidemia de peste bubónica que diezmó la población en los Países Bajos. Sorprendentemente, este descenso fuerte en la población no provocó un descenso en los precios de los tulipanes como podría suponerse por un descenso en la demanda, lo que demuestra que cuando un activo se encuentra en una fase de euforia o burbuja cualquier noticia acaba acelerando el movimiento.
La falta de mano obra hacía imposible la recolección de la gran cantidad de bulbos plantados en los Países Bajos. Y claro, al haber menos manos para cultivar y recolectar bulbos su precio terminó disparándose… Nació entonces un mercado de futuros sobre los bulbos no recolectados, lo que en economía se conoce hoy en día como “mercado de futuros”, los holandeses le dieron un nombre mucho más descriptivo: “negocio de aire”. Se pactaban los precios para el final de la cosecha y en ese ambiente, obviamente los precios futuros eran claramente más altos a los del mercado spot o de contado. Como en toda burbuja, en su parte final los compradores se endeudaban, se hipotecaban para comprar bulbos en esta especie de mercados de futuros a plazo.
Los precios escalaban y se multiplicaban semana a semana y alcanzaron un nivel 10 veces mayor que su precio en 1634, luego 15 veces y en apenas semanas se cruzaron a 60 veces su valor original. Como suele ocurrir en los grandes crash, la demanda que cada día empujaba los precios sin descanso, se esfumó de golpe. Como siempre, es imposible predecir el momento final, aunque si sabemos por la historia que los precios en un proceso de euforia máxima, suben mucho más y durante más tiempo del que nadie podría imaginarse con anterioridad.
De repente, la manía del tulipán colapsó
Comenzó en una subasta de bulbos en Haarlem, donde la gente al fin se negó a pagar precios exagerados. Los vendedores no pudieron encontrar compradores dispuestos a pagar sumas exorbitantes por los bulbos y comenzaron a liquidar aquellos que sí podían vender. Por ello, a medida que la gente se fue dando cuenta de que el valor de los bulbos había sido inflado, su valor se desplomó. El pánico propició una estampida de vendedores. El mercado se precipitó y, en menos de 6 semanas, los precios del tulipán cayeron más del 90%.

¿Qué lecciones nos enseña la tulipomanía?
El exotismo de los bulbos de tulipán provocó una euforia productora y compradora, provocando que los precios de los tulipanes aumentasen exponencialmente. Todo el mundo quería invertir en tulipanes, era un mercado siempre al alza, nadie podía perder. La gente incluso llegó a dejar sus trabajos para dedicarse al cultivo de tulipanes. Este hecho es común con otras burbujas económicas, donde se dejan los trabajos principales para dedicarse a la actividad que rodea el activo foco de la burbuja.
Puede que la manía por los tulipanes suene bastante graciosa y alejada de la realidad, pero demuestra cómo las masas se comportan ante fenómenos económicos que posiblemente, por su desconocimiento o sus ansias de dinero fácil y rápido, llegan a convertirse en burbujas financieras, que no solo los llevan a la bancarrota, sino que generan crisis económicas regionales y mundiales.
Por eso es muy importante que cada persona, antes de invertir o entregar su dinero a personas que prometen el cielo y las estrellas (más en tiempos de pandemia donde las personas no afrontan sus mejores momentos económicos), llámese pirámides, mándalas, multiniveles y hasta el mismo trading, investigue y tome decisiones financieras de manera inteligente y no porque todo el mundo está invirtiendo en ellas.