Esta es la primera de 4 historias que contaré y que reflejan el sentimiento de jóvenes profesionales en búsqueda del trabajo perfecto.
Capitulo 1
Aquella noche, me reuní con unos amigos para tomar algo y entre los vaivenes de temas relacionados a lo que en nuestras vidas era relevante, hubo una anécdota colectiva que secuestró mi atención hasta hoy.
Christopher era un estudiante avanzado de un Posgrado sobre Marketing quien desde muy joven tuvo la suerte de contar con padres que impulsaron su instinto investigativo, explorador y creativo. Esto lo llevó a acumular constantes preparaciones académicas, participaba de todo curso, seminario o taller relacionado con su área de estudio y esto lograba que estuviera más adelantado que el resto de sus compañeros en la facultad.
Antes de comenzar su posgrado había acumulado experiencia laboral suficiente como para ser considerado en cualquier cargo relacionado con el área. Pensó que seguir preparándose le abriría más y mejores puertas.
Desde hacía meses enviaba su Currículo a diferentes empresas, siendo un experto conocedor del marketing, pensó que no le sería difícil que alguna lo llamara para entrevistarlo. Con el pasar de los meses, el teléfono no sonaba y en su cuenta de e-mail solo había mensajes enviados, pero ninguno recibido.
Una tarde, después de notar que había enviado aproximadamente unos 250 CVs, recibió una esperada llamada. La empresa que lo quería entrevistar, tenía una vacante que habían bautizado como: Responsable de Marketing, con la fiel intención de borrar el término Gerencia sin dejar rastro. Pensaron, para un estudiante de posgrado quizás le pesaría sobre los hombros semejante cargo ejecutivo.
Todo pareció prometedor
Durante la primera entrevista todo pareció prometedor. La persona que lo entrevistó era el dueño de la compañía, y después de una hora de charla en la que abordaron temas relacionados a la empresa, necesidades, pasaron por misceláneas y hasta terminaron hablando de política. Había empatía.
El reclutador cerró la reunión con: faltaría que te reúnas con mi socia, lo haremos la próxima semana y de seguro comenzarás a trabajar con nosotros. Christopher no pudo sentirse más seguro y con gran optimismo asistió a la segunda entrevista. Al entrar a la oficina de la socia del políglota que había simpatizado profesionalmente con él la semana anterior, ésta lo recibió con la frase: Bueno, estaba revisando tu CV y me dio miedo… (risa), a lo que Christopher pregunta: ¿Miedo, por qué? La respuesta haría desvanecer cualquier atisbo de esperanza que pudiera tener: Porque veo que tienes mucha preparación, demasiada diría yo. Por lo que me imagino vas a querer cobrar un sueldo exorbitante que nosotros no estamos dispuestos a pagar.
Entre palabras sueltas, justificaciones inesperadas y explicaciones fuera de contexto transcurrieron los 20 minutos que le dedicó a mi apreciado amigo Christopher. Él no pudo dejar de preguntarse: Si eso es lo que opina, ¿para qué me hizo venir? Y si el mundo laboral se mueve bajo esa premisa, ¿es por eso que 249 empresas no me llamaron? ¡porque tengo demasiada preparación profesional! Si las empresas no quieren personal con suficientes conocimiento entonces, ¿buscan aspirantes y NO profesionales?