Jeff Sharlet es un escritor y periodista estadounidense de cuarenta y nueve años que se ha dedicado a investigar a este enigmático grupo religioso. Según cuenta en sus libros, los miembros de La Familia son mayoritariamente senadores, diplomáticos y líderes religiosos de países de todo el mundo. De hecho, también hay un número significativo de políticos a los que se los conoce como «amigos de La Familia».
La Familia fue fundada en Seattle, en 1935, por un inmigrante noruego de inconfundibles simpatías fascistas llamado Abraham Vereide. Su método de reclutamiento era organizar desayunos de oración cristiana a los que invitaba a políticos y comerciantes prominentes, una práctica que se extiende hasta hoy en día y a la que se sumaron en su momento líderes internacionales de dudosa trayectoria, como el dictador brasileño Artur da Costa e Silva y el general Suharto, de Indonesia, además de torturadores como el general salvadoreño Carlos Eugenio Vides Casanova.
Años más tarde, el liderazgo fue asumido por Doug Coe, quien convirtió a la secta en algo más privado, de hecho, Coe solía decir: «Cuanto más invisible sea tu organización, más influencia tendrá». Como resultado de esta idea, el grupo ha estado operando siempre de incógnito. No tiene una lista oficial de miembros y ha cambiado el nombre muchas veces a lo largo de los años. Creen ser los elegidos de Dios y, como tales, entienden que deben de mantener su posición en los puestos de poder.
Su misión, según se desprende de sus documentos fundacionales, es «desarrollar y mantener una asociación informal de un conjunto de gente, con el propósito de convertirse en embajadores de la reconciliación, tomando como modelo los principios de Jesús, basados en amar a Dios y amar al prójimo. Trabajar con líderes de otras naciones con la idea de que, al tocar sus corazones, los pobres, los oprimidos, las viudas y la juventud de sus países serán impactados de una manera positiva».
La única actividad visible de La Familia es el Desayuno Anual de Oración que organizan los 33 miembros del Congreso asociados a La Familia, y que se realiza el primer jueves de febrero en el Hilton International de Washington. Tradicionalmente, el orador principal es el presidente de los Estados Unidos y asisten unas 3.500 personas, entre quienes incluyen dignatarios extranjeros, miembros del gabinete, del cuerpo diplomático e invitados especiales.
La secta constituye una vasta red de intereses políticos y económicos, organizada en un sistema de células cerradas que trasciende las fronteras de los Estados Unidos y se extiende por todo el mundo. El contexto religioso, asegura, es real: un cerrado fundamentalismo centrado en la figura de Jesús. La convicción de La Familia es que el poder es demasiado importante como para ser dejado en manos de la masa. En realidad, es un mensaje distorsionado, ya que toman la palabra de Dios y la deforman para intereses personales. Su residencia es una flamante mansión en Arlington, Virginia, donde los futuros cuadros de liderazgo son educados.
Es notable cómo la ambición humana sobrepasa sus límites sin importarle el precio que debe pagar. La historia mundial es una prueba cabal sobre esto mismo. No te dejes engañar por los falsos profetas. ¿Tuviste alguna experiencia similar?