Por María Fernanda Lorea | Argentina
Somos muchos y uno mismo todo el tiempo
Somos iguales y diferentes en un mismo día, así como estamos iguales y diferentes por la mañana al desayunar y a media tarde haciendo las compras.
Los vínculos que construimos dicen mucho de nosotros mismos. Cada persona con la que mantenemos una relación ya sea profunda o casual es un magnifico boceto de alguna parte de nuestra colorida personalidad.
Hagan el ejercicio de pensarse con diferentes personas con las que usualmente interactúen y notarán que se perciben diferentes. Algunas personas nos vuelven impacientes y controladores, otras nos ponen nerviosos. Para algunas apuramos los silencios y para otras deseamos que la quietud dure para siempre. Incluso solemos compartir diferentes temas de conversación con cada una de ellas.
Es interesante pensarse como un ser, repartido entre otros. Es decir, que nuestra identidad no se conforma por algo que se manifiesta de la misma forma cada vez. Somos más bien eclécticos y diversos que iguales y constantes.
Unos dirán: “pero somos siempre la misma persona”. ¡Es cierto! Pero esa misma persona que somos no es siempre la misma. Hay amigos que sacan lo mejor de mí y otros que me conectan con zonas oscuras de mi misma.
En mi billetera hay muchas tarjetas, DNI, Carnet de Conducir, Matricula, etc., todas ella llevan mi nombre. Soy yo en todas ellas, pero cada una de ellas destaca un aspecto de mi misma, nombra determinado rol que ejerzo. Somos madres, padres, amantes, comerciantes, ciclistas, amigos, cocineros. Somos tantos en uno.
Poder reconocernos como los mismos y diferentes y hacer el ejercicio de pensar cómo fue variando nuestro estado de ánimo mientras avanzaba la jornada cotidiana – por ejemplo visualizando qué cosas llamaron nuestra atención, qué llamado nos puso tristes, qué evento nos preocupó , cuál nos dio una sensación de tranquilidad-, nos ayuda a conocernos y reconocernos en cada cosa que hacemos.
Cuando decimos frases como; “Siempre soy así”, “nunca pensé que podríamos hablar de esto”, “a mí siempre me pasa eso”, “cada vez que nos vemos…”, estamos a la vez reforzando una mismidad y reconociéndola diferente. Los otros nos construyen, nos destruyen, nos identifican, no nos reconocen, nos vuelven a ver, nos extrañan….y así somos siempre los mismos, siempre distintos.