Es natural que los niños rechacen algunos alimentos por no considerarlos de su agrado, sin embargo, si esta conducta se prolonga y el rechazo es hacia la mayoría de comidas, puede que el niño tenga algún problema de salud subyacente.
Muchos padres, madres y cuidadores (en su desesperación por hacer que el niño coma) los someten a momentos muy estresantes; algo que agrava el problema e incluso puede generarles una mala relación con la comida en las siguientes etapas de su vida.
Esto debe evitarse a toda costa y, en cambio, se debe considerar la presencia de algunas de las siguientes afecciones, ya que solo así se podrá identificar el problema y tratarlo de raíz.
PROBLEMAS DE MOTRICIDAD ORAL
El acto de comer implica una serie de habilidades orales como elevación y lateralización de la lengua, coordinación, ritmo en la masticación e incluso fuerza mandibular.
Pero, si tu niño no ha madurado lo suficiente estas habilidades, el acto de comer le parecerá estresante. Incluso representa un peligro, ya que si es obligado a comer sin poder cumplir con todas estas funciones orales, puede terminar asfixiado con algún trozo de alimento.
Es por esto que algunos niños rechazan algunos alimentos en específico. Más allá de que no les guste su sabor, el pequeño está activando un mecanismo de defensa, ya que no sabe cómo explicar la razón real por la que no puede comer.
Cuando un pequeño tiene problemas de motricidad oral puedes ver que hace movimientos extraños con su mandíbula al comer, que se le dificulta tragar, que emite ruidos al deglutir e incluso puede toser con frecuencia.
PRESENCIA DE HIPERSENSIBILIDAD
En estos casos, además de presentar rechazo a las comidas, los niños pueden reaccionar con arcadas e incluso vómitos cuando intentan comer.
Esto se debe a que la percepción intraoral se encuentra exacerbada y los niños perciben tanto las texturas de los alimentos como los sabores con mucha intensidad.
Cuando existe este problema, la mayoría de los niños solo acepta un grupo de alimentos en específico. Pueden ser los dulces, salados e incluso pueden aceptar alimentos de determinados colores, pues han aprendido a asociarlos con las comidas que si pueden tolerar.
También es común que rechacen con más énfasis alimentos grumosos o con sabores combinados.
HIPOSENSIBILIDAD
Si un niño tiene hiposensibilidad oral, no tendrá mayor percepción de los alimentos dentro de su boca, lo cual les genera poco o nulo interés por comer aunque sientan hambre.
Las señales que indican la presencia de esta afección son el exceso de salivación, ya que el pequeño babea pero, al no ser consciente de ello, no hace el esfuerzo por tragar su saliva.
También puede que, siempre que intente comer, se llene la boca de muchos alimentos en un esfuerzo por sentirlos dentro de su cavidad bucal.
¿QUÉ HACER SI TU NIÑO NO QUIERE COMER?
Lo primero que debes hacer es observar el comportamiento físico de tu niño mientras come o intenta comer. Además, procura anotar cualquier anomalía que identifiques y determinar si sucede o no con frecuencia.
Seguidamente, debes llevarlo al pediatra y contarle todas tus observaciones, pues esto le ayudará a este profesional a identificar la causa del problema y determinar si debe referir al pequeño a un fonoaudiólogo.
La alimentación es esencial en los primeros años de vida de cualquier niño o niña, por ello, es necesario asegurarse de que coman lo suficiente y que están comenzando a establecer una relación sana con la comida.
ILUSTRACIÓN: SARINA FINKELSTEIN; GETTY IMAGES