Cada situación que tenemos en nuestra vida de adultos que resuena con algún dolor, se activa nuestro niño o niña interior y las emociones y pensamientos de la niñez regresan, provocando que la emocionalidad nuble nuestro juicio y no podamos ver la situación cómo es ahora.
Cuando nacemos, somos puro amor y también nos encontramos totalmente vulnerables a nuestro entorno. Necesitamos ser cuidados por adultos que puedan alimentarnos, protegernos y cuidarnos. Durante nuestro desarrollo desde antes de nacer hasta aproximadamente los 5 años, todo lo que vivimos, escuchamos y sentimos pasa a ser parte de nuestra realidad de adultos. En ese momento, escribimos un guion de vida inconsciente en función a lo que estamos interpretando como realidad.
Esponjas
A esa edad, absorbemos nuestro entorno como esponjas. Si vivimos la escasez y que el dinero no ha sido suficiente, creemos que esa es nuestra realidad y de adultos nos cuesta generar dinero o quizás lo generamos pero no logremos conservarlo. Si vivimos desprecios y burlas, nuestra autoestima seguramente está bastante baja y nos cueste decir NO a los pedidos de los demás, ya que todos los seremos humanos buscamos ser aceptados y queridos.
Entonces, ¿lo que vivimos en nuestra infancia nos condena? Claro que no. Lo que vivimos en nuestra infancia marca el camino de desarrollo y evolución que elegiste al venir a la tierra. Esas experiencias han formado tus arquetipos, esa personalidad que busca sobrevivir, destacarse, encajar, ser querida y aceptada. Sería como el personaje que has creado. Un personaje que reacciona en función al contexto, que se encuentra en la lucha o la huida, un personaje al que le sucede todo tipo de situaciones espejo a lo que ha vivido en su infancia. Estando así en un bucle emocional de repetición que generalmente es muy doloroso.
Cómo sanar tus heridas
Los profesionales aconsejan que te tomes un momento para escribir la historia de tu niño interior. Todo lo que has vivido en la niñez. Conectar con tu niño interior herido no implica juzgar tu vida y a tus padres. Ellos han hecho lo mejor que han podido con las herramientas que contaban, sus conocimientos y su nivel de consciencia. Una forma de poder comprender tu historia es averiguando como ha sido la historia de tus padres cuando eran pequeños, como fue su niñez, como fue la niñez de tus abuelos.
Esa conexión nos ayudará a traer rasgos para reivindicar nuestra vida. Así resignificaremos ese pasado para que hoy no sea motivo de dolor. Es editar nuestra historia, sanar nuestro niño interior y nuestros vínculos familiares. ¿Qué esperas para ponerlo en práctica?