Y con ella visteis, como en las farsas de la vida, que, a estos muñecos, como a los humanos, mueven los cordelillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición: tiran unos de sus pies y los llevan a tristes andanzas; tiran otros de sus manos, que trabajan con pena, luchan con rabia, pero, entre todos ellos desciende a veces del cielo al corazón un hilo sutil, como tejido con luz de sol y con luz de luna: el hilo del amor, que a los humanos, como a esos muñecos que semejan humanos, les hace parecer divinos, y trae a nuestra frente resplandores de aurora, y pone alas en nuestro corazón, y nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno, y no puede acabar cuando la farsa acaba.
Estas palabras finales del personaje de Silvia, en la obra Los intereses creados, de Jacinto Benavente, refleja la realidad, la normalidad, o lo que creemos real o normal. Y en esta farsa que hoy llamamos pandemia, lo sutil pasa desapercibido.
Y creemos que la farsa durará para siempre o, lo que es peor, creemos que podemos disponer su fin. Todavía no asumimos que andamos erráticos, a los tumbos, como muñecos que asemejan humanos. Trabajamos con pena, luchamos con rabia. Y aunque nos instan a cuidar nuestra integridad, en el mejor de los casos, obedecemos con disgusto.
Y es que esta pandemia nos enfrentó a nuestra propia farsa. Muchas madres ya no soportan a sus hijos. Ya no importa qué tan seguro, qué tan aislado estará del COVID o qué tan frío estará en la escuela. Sin mencionar que el sentido pedagógico de la escuela queda en segundo lugar. La escuela es el lugar donde los chicos deben estar para que los padres puedan trabajar, las madres puedan descansar y recuperar el tiempo que se supone se perdió con la virtualidad. Con respecto a la necesidad de abrir las escuelas para que los padres puedan trabajar, una jornada laboral equivale a 8 horas, solo las escuelas de doble jornada cumplen con esta condición.
Considero que todo el escenario, tal como está, constituye una farsa… donde la educación cobra una importancia que históricamente nunca tuvo, donde se presentan nuevas dinámicas familiares.
Algunos psicólogos señalan que el desafío pospandemia es recuperar la emocionalidad, reconstruir los vínculos sociales. Personalmente, creo que esto es un ejercicio que no tendríamos que posponer. Algunas personas están empezando a naturalizar conductas como la falta de empatía, el egocentrismo, el egoísmo, el doble discurso, etc.
Y al cabo de esta farsa llamada pandemia sucederán otras. Es la farsa de la vida. Y en algunos casos, cual muñecos movidos por hilos, nos movemos por intereses o pasiones, para seguir interpretando la farsa.
Pocos, cada vez menos, saben reconocer en lo sutil lo verdaderamente importante que trasciende a la farsa, eso que perdura aun cuando la farsa acaba.
Parafraseando la obra de Eladia Blázquez, «…eso de durar y transcurrir, no nos da derecho a presumir. Porque no es lo mismo que vivir, honrar la vida».
Tendríamos que imponernos como sano ejercicio, interpelarnos. Aun a riesgo de descubrir nuestros errores y tener que asumirlos luego. Solo la verdad nos hace libres. A veces, el proceso no es sencillo, a veces implica sufrimiento. Porque es hora de reconocer que no se puede ser feliz sino al precio de cierta ignorancia. Ignorar, desconocer o no asumir nos puede crear una realidad satisfactoria. Una farsa. Las adversidades son necesarias para crecer, capitalizar las experiencias, pues aun las malas nos enriquecen. Sin embargo, el éxito se presenta como única opción, y el fracaso o error, como algo absolutamente negativo. Los hechos son experiencias y, como tales, nos forman, nos enriquecen y condicionan. En este sentido, capitalizar un error es aprender qué opción no elegir si espero otros resultados.
Y después de escribir este documento, después de leerlo los lectores, la farsa continuará. Hasta que el gran Director nos marque la escena final. Será entonces cuando lo verdaderamente importante de nosotros perdure, aunque la farsa acabe.
*Nota del editor: Las opiniones emitidas en este artículo son únicamente responsabilidad de su autor. Ridyn.com y todo su equipo editorial no se hacen responsables por los conceptos aquí expuestos.