Humor, Sociedades Complejas, Navidad.
Por Simon Piñero | Argentina
¡Feliz Navidad!
El 90% de la gente no lo sabe… Copiamos costumbres de Estados Unidos, como comer nueces, que son muy ricas pero no en la Argentina con 35 º a la sombra. Allá sí está bien porque nieva, pero acá no. Igual que Papá Noel, otro invento norteamericano de Coca Cola, esa bebida tan buena que usted le da felizmente a su hijo y que es usada por su poder de sacarle el óxido a los tornillos.
Aquí la gente utiliza este día para juntarse a comer y a tomar como unas bestias porque “está permitido”, es una buena excusa para ponerse en pedo, como también lo es Halloween, San Patricio, un casamiento, un partido de fútbol, una recibida, una despedida de solteros, un divorcio, año nuevo y, por qué no, también Reyes.
Yo me pregunto si se festejara aquí “La tomatina” (esa fiesta española que consiste en arrojarse tomates) estoy seguro que cuando se acabaran los tomates, la gente seguiría tirándose pero con piedras.
Los más chicos creen que festejan Nave-dad, que consiste en una nave gigante que reparte regalos a todos los niños del mundo.
Igual, son los únicos que la pasan bien esa noche, ya que están en su burbuja, sin ser contaminados por los problemas de los adultos, todavía.
Siempre es un tire y afloje en cuanto a dónde se reúnen a compartir la gran noche. “Navidad con mis viejos, a las 12 brindo y me voy a lo de mi novia, a pesar de la cara de ojete que pone tu vieja y de lo que te dice: -¿Por qué no viene ella?-“.
Siempre es lo mismo: la tía Pocha, que es un culo de estatua (nunca hizo una mierda en su vida), hace las mismas preguntas que a ella de hiquita le metieron en dosis homeopáticas y le cagaron la vida:
¿Para cuándo se casan? ¿Para cuándo los chicos? ¿Ya te recibiste? Pobre Pocha, nadie le enseñó que la vida no es sólo eso. Su marido la arruino, le decía: dese vuelta que la preciso. La maltrataba. Sus hijos crecieron y partieron y ahí tenes el resultado: una vieja depresiva que todos tratan de ver lo menos posible y, como todos los años, brinda y se despide diciendo que “ésta es quizás mi última navidad”.
Las peleas eternas entre nueras, yernos y cuñados, son de lo mejor.
“Fíjate que tu cuñado trajo un pionono y una sidra y acá pusimos un pavo relleno y una caja de Barón B. ¡Siempre hacen lo mismo! ¡Pareciera que te gusta que te caguen Roberto!”.
Nunca puede faltar un tío borracho que habla de más y los adolescentes que lo único que esperan es que sean las 12 para salir volando para el boliche.
Lo único que importa en estas fiestas es no pasarla solo, así que uno se aferra sin sentido a cualquiera. El hijo le dice al padre: – papá, no te quiero. No importa hijo sentate a la mesa a comer. Su madre le dice: – tu mujer no me habla hijo. No importa mamá, háceme ese vitel tone que tanto me gusta y sentate a la mesa. La hija le dice: papá estoy embarazada. No importa hija mañana te doy plata para que te hagas un raspaje, pero ahora sentate a la mesa ¡Que bueno toda la familia junta! piensa.
Por eso, ahórrese todo ese sufrimiento al pedo, es angustia innecesaria. Reúnase con quien tenga ganas de hacerlo, no quiera quedar bien con su “familia” o la del “otro”, igual ellos siempre van a tener algo para recriminarle.