Se cumplieron 61 años de uno de los momentos más recordados en la historia del cinco veces campeón de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio. El 23 de febrero de 1958, el piloto argentino fue secuestrado por un comando revolucionario cubano que estaba en contra de que se llevara a cabo el Gran Premio en ese país y luchaba por derrocar al dictador Fulgencio Batista.
La leyenda de Fidel Castro —entonces líder del Movimiento 26 de julio, asentado en las montañas de la Sierra Maestra— ya figuraba en la prensa internacional como un factor de inestabilidad en la isla, que para la época era un enclave turístico a merced de Estados Unidos.
Los ojos del mundo estaban puestos en Cuba. Solo un día antes de la carrera, otro frente del 26 de julio asaltó el Banco Nacional de Cuba y, en lugar de robarse plata, incendiaron un montón de cheques.
La carrera de autos en el Malecón de La Habana, con los mejores pilotos del mundo, era la estrategia de Batista, presionado por su creciente impopularidad, para cambiar el foco. Pero también era una oportunidad para Castro de denunciar la «tiranía».
Los planes del Gobierno, entonces, fueron interrumpidos por un joven alto que respondía al sobrenombre de El Chueco.
La lucha de los barbudos en contra de la pobreza, la represión y la intervención estadounidense tenía cada vez más eco entre los cubanos. Y resonaba por el mundo.
«Disculpe, Juan, me va a tener que acompañar…», con esas palabras interceptaron a Fangio en el Hotel Lincoln de La Habana, donde el Chueco estaba reunido con Stirling Moss, rival en la pista, y unos mecánicos. El argentino se subió entonces a un Playmouth verde que lo esperaba en la puerta y no se supo nada más sobre él durante 27 horas.
Este hecho sucedió en la previa del Gran Premio de Cuba. Durante la carrera, mientras el piloto argentino estaba privado de su libertad, se produjo un accidente en la sexta vuelta, cuando la Ferrari número 54 del piloto cubano Alberto García Fuentes hizo un extraño giro, salió de la pista y cayó sobre la multitud. Murieron seis personas y 40 resultaron heridas.
Fangio no vivió malos momentos a pesar de estar secuestrado. Es más, luego de ser liberado comentó: «Señores, tal vez me hicieron un favor. No puedo menos que agradecerles». Esto lo dijo porque su Maserati tuvo un problema con la trocha y el auto quedó destruido.
«Me trataron muy bien. Nunca me vendaron los ojos. Cien veces me pidieron disculpas. Me parecieron macanudos. Les dije a los rebeldes que si me habían secuestrado por una buena causa, yo estaba de acuerdo», agregó Fangio ante la consulta de los periodistas.
No fue el último contacto con los guerrilleros. Cuando el Chueco cumplió 80 años, el Movimiento 26 de julio le envió su saludo, bajo la firma «sus amigos los secuestradores».
Además, en la puerta del Hotel Lincoln hay una placa de bronce que recuerda lo ocurrido: «En la noche del 23-2-58, en este mismo lugar, fue secuestrado por un comando del Movimiento 26 de Julio, dirigido por Oscar Lucero, el cinco veces campeón de automovilismo Juan Manuel Fangio. Ello significó un duro golpe propagandístico contra la tiranía batistiana y un importante estímulo para las fuerzas revolucionarias».
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