Sir Nicholas Winton nació el 19 de mayo de 1909, en Londres. Sus padres fueron Rudolph Wertheim, gerente de banco, y Barbara Wertheimer, ambos judíos alemanes que migraron a Londres dos años atrás.
El apellido de la familia era Wertheim, pero lo cambiaron por Winton como parte de su interés por integrarse. También se convirtieron al cristianismo. Su infancia y adolescencia transcurrieron de manera apacible y tranquila, tal y como correspondía a un joven inglés de familia acomodada de principios de siglo.
En 1931, una vez finalizados sus estudios, entró a trabajar como agente de bolsa en su ciudad natal, así hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
En diciembre de 1938 tenía previsto pasar unos días de vacaciones esquiando en Suiza, cuando recibió una llamada telefónica de su amigo Martin Blake, en la que este le pedía que cancelara todos los planes que tuviera para esos días y se dirigiera a Praga. Al llegar a Praga, Blake le preguntó si quería ayudarle y trabajar temporalmente en los campos de refugiados de la zona, donde miles de seres humanos, muchos de los cuales eran niños de origen hebreo, malvivían en condiciones infrahumanas. La visión del drama le marcó profundamente.
Nueva vida
En poco tiempo, la comunidad judía de la capital checa se hizo eco de la presencia de Winton en la ciudad y del motivo que le impulsaba a seguir allí. El alud de solicitudes provocó que se viera obligado a abrir una nueva oficina en la calle Vorsilska para poder atender a tanta gente como fuera posible.
Finalmente, Winton tuvo que volver a Londres para reincorporarse a su puesto de trabajo. Su regreso no le impidió seguir apuntalando su plan de rescate; así, creó una organización a la que bautizó con el nombre de “El Comité Británico para los Refugiados de Checoslovaquia, Sección para Niños”, que en un principio solo contaba con él mismo, su madre, su secretaria y unos cuantos voluntarios.
Una vez creado el Comité, Winton tuvo que hacer frente a un gran problema: conseguir la financiación necesaria para pagar los costos del viaje en tren de los niños desde Checoslovaquia hasta el país de acogida y encontrar a personas que aceptaran hacerse cargo de estos chicos y pagar las 50 libras que reclamaba el gobierno.
Winton rescató en total a 669 niños judíos. Su hazaña, que hubiera merecido múltiples condecoraciones y actos de homenaje, quedó en el olvido durante 50 años, ya que prefirió mantener en secreto lo sucedido. No fue hasta 1988 cuando Greta, su mujer, encontró un viejo maletín de cuero escondido en el desván de casa. Tal descubrimiento provocó que Winton no tuviera más remedio que explicarle a su esposa lo que había acontecido décadas atrás.
Otra historia fascinante de un hombre que ayudó al prójimo. Su obra fue fundamental para luchar contra la demencia humana y salvar cientos de vidas. ¿Qué te inspira esto?