La tragedia:
McDonald’s Argentina se quedó sin kétchup
Como todos mis estimados lectores saben bien, no soy un ciudadano argentino, pero debido a mi residencia en este hermoso país, hace más de un año, vivo la realidad del pueblo que llevaron a la cumbre personalidades como Borges, Maradona o Gardel. Con este texto, no quiero herir susceptibilidades de nadie, en lo absoluto; simplemente pretendo expresar mi opinión acerca de un tema que ataca fuertemente al país sudamericano.
Las importaciones en la Argentina, limitadas extremadamente hace algunos años, han tocado las fibras de los habitantes de la tierra de Perón, de una forma que en realidad me ha sorprendido. Durante los últimos días, cuando me he acercado a comer algo en la cadena mundial de comida rápida McDonald’s, fruto de la prisa con la que vivimos todos en Buenos Aires (porque no soy amante de sus hamburguesas); he experimentado algo que demuestra la gravedad de la limitación al acceso de ciertos productos a suelo argentino. El aderezo más conocido del mundo, por la cadena misma de restaurantes, tiene prohibido su ingreso al país de manera “momentánea” según la empresa. Si, aunque sea complejo de entender por una persona que no viva en esta nación, no hay salsa de tomate en ningún restaurante del payaso más conocido del planeta tierra.
Tengo en mi memoria, intacto el recuerdo de un caballero “indignado”, en uno de los locales en Buenos Aires, tras escuchar de boca de una de las empleadas que no podía suministrar este condimento. Un porteño con aproximadamente 50 años de edad, molesto notoriamente, decía en tono irónico “Este país ahora sí, se fue a la m…”. En principio, me resultó un poco gracioso que una persona midiera la estabilidad de su país, con un simple sobre de kétchup, cuando soy testigo fiel de la absurda inflación que tiene este país, de los niveles de inseguridad y la cantidad importante de casos de corrupción que se han convertido en un tema de diario vivir. Luego, tras pensar algunos minutos, comprendí un poco más al señor de voz gruesa. Es impensado, por muchos, que un argentino no pueda comprar en este suelo y con el fruto de su trabajo productos de la marca Apple, que le sea prácticamente imposible obtener dólares para viajar a vacacionar o que adquirir una propiedad, que además se venden dólares, en muchos casos, sea una ilusión cada vez mas inalcanzable.
Tal vez, esos pequeños sobres eran gran parte de la felicidad del señor y de muchos otros, y ahora por una movida política, millones de argentinos vivan día tras día con “mala onda”. Probablemente, muchos argentinos en este momento, no pueden conciliar el sueño como lo hacían antes, porque no saben qué rumbo va a tomar este país en días, meses o años. Seguramente muchos otros, están más preocupados por los chismes de Marcelo Tinelli, Susana Gimenez y Wanda Nara. Me duele ver a tantos argentinos, que me cuentan historias memorables de su país, porteños tangueros que a pesar de tantos inconvenientes siguen siendo personas amables y por esta razón espero que los dirigentes de esta gran empresa llamada: República Argentina, busquen en los próximos años estabilizar el país y no seguir llenando sus bolsillos (aun cuando se lo complejo que es “esperar” esto).
Ojala algún día, me encuentre nuevamente con el señor que conocí en un Shopping, en Capital Federal, y lo vea en esta oportunidad, feliz rompiendo con sus dientes uno de los sobrecitos rojos que le dibujan una sonrisa en su rostro.