El vertiginoso ritmo con que se vive en las sociedades «hipermodernas», muchas veces, no nos permite tomarnos ni siquiera unos segundos para pensar en el cultivo de nuestros hábitos, pero ojo que no te estoy hablando de cualquier hábito (pues también los hay malos), sino de aquellos que nos garantizan armonía, equilibrio, paz y felicidad, es decir, aquellos que nos ayudan a transitar de la mejor manera esta «alocada» dimensión en la que hoy nos encontramos.
Pongámoslo de este modo, cada uno de nosotros, en buena medida, es responsable de la vida que posee (sobre todo, de lo que en ella ocurre), por lo tanto, siempre debemos prestar atención a nuestro comportamiento, relaciones y desempeño, y el cultivo de los buenos hábitos nos puede ser considerablemente beneficioso en ese sentido, tanto psíquica como físicamente.
No se trata de herencia, sino de creación
Ahora que entramos en tema, te pregunto, ¿alguna vez te pusiste a pensar qué es un hábito? Yo lo hice, y llegué a algunas conclusiones que me gustaría compartir contigo.
En términos generales, se dice que un hábito es cualquier comportamiento repetido regularmente que no requiere ningún razonamiento y que es 100 % aprendido. Dicho de otro modo, es cuando una persona hace algo de la misma manera una y otra vez hasta que ejecuta ese acto automáticamente, sin esfuerzo ni planeamiento. O sea, que no se trata de algo innato, sino de algo que aprendemos.
Los hábitos, por supuesto, incluyen tanto a las actitudes como a las acciones. Sin embargo, si admitimos que una actitud es una inclinación permanente a reaccionar de cierta manera cada vez que actuamos ante una situación determinada, podemos deducir que las actitudes también son acciones (o, al menos, las generan). Perdón, creo que me fui por las ramas.
En definitiva, cada persona moldea su forma de ser y de actuar continuamente, y lo hace según las influencias que recibe del medio en el cual se maneja. En casa, en la escuela, en el trabajo, incluso con nuestros amigos, familiares o parejas, vamos construyendo una identidad, y, a partir de esto, vamos delimitando un sistema de creencias y valores, el cual influirá en la actitud que tendremos ante la vida y en el papel que ocuparemos en la sociedad; un sistema de creencias y valores que, por cierto, estará presente en toda situación o actividad y que puede llegar a ser modificado por las exigencias del medio. ¿Me estoy yendo de nuevo por las ramas? Ya verás que no.
Los valores, los sentimientos, las ideas y las experiencias definen nuestros hábitos. Por lo tanto, está claro que estos no los heredamos, sino que los creamos según el dictado de nuestra personalidad, la misma que determina nuestro estilo de vida.
Aprende a distinguir los hábitos buenos de los malos
Los hábitos aparecen porque nuestro cerebro está siempre buscando formas de ahorrar esfuerzos. Así pues, cuando haces algo rutinario, el cerebro no toma decisiones, simplemente se relaja y deja hacer.
Esto es genial porque podemos dejar de pensar en cuestiones tan básicas como lavarnos los dientes o las manos. Pero no lo es tanto cuando deseamos eliminar un hábito de nuestra vida, pues, al estar desconectado el cerebro, si no luchas conscientemente contra ese hábito, este se seguirá produciendo mecánicamente una y otra vez.
Indudablemente, hay hábitos buenos y malos. Los buenos hábitos, como te comentaba antes, son aquellos que nos convienen, aquellos que facilitan nuestro crecimiento y nos permiten mejorar, madurar y alcanzar nuestras metas; para algunas personas, los buenos hábitos pueden parecer, en principio, algo tediosos, sin embargo, los beneficios a largo plazo son sorprendentes. Los malos hábitos, por su parte, son todos aquellos que limitan tu crecimiento, que no te permiten evolucionar, que no te dejan revelar tu verdadero ser; suelen ser muy atractivos y placenteros, y esa es la razón por la cual resulta muy fácil adquirirlos; sin embargo, más temprano que tarde, pueden llegar a ser muy perjudiciales para tu vida (piensa, sin ir más lejos, en el alcoholismo, el tabaquismo o en cualquiera de los vicios que conoces).
Recuerda que tienes siempre la posibilidad de averiguar cuáles son los hábitos que te han beneficiado en tu crecimiento y, a partir de ello, ver si realmente los has cultivado. Esto es válido también para los hábitos negativos, pues, en caso de tenerlos (y todos tenemos alguno, por más que no sea de los graves), tienes siempre la posibilidad de cambiarlos.
Cinco hábitos saludables que deberías aplicar en tu vida
Los buenos hábitos, sin duda, nos ayudan a tener una mejor calidad de vida. Pero, para adquirirlos, debemos trabajar en ellos, y esto, como te imaginarás, requiere un pequeño esfuerzo de nuestra parte. Si no sabes por dónde empezar, aquí te dejo cinco hábitos saludables que deberías empezar aplicar en tu vida:
- Piensa en positivo. La mente es muy poderosa, a tal punto que puede llegar a enfermarnos, pero también a sanarnos. Por eso, la actitud que tengamos frente a las situaciones cotidianas puede modificar los resultados de nuestro día, e incluso de nuestra vida. Pensar positivamente, en consecuencia, es muy importante, sobre todo, si queremos seguir estando mucho tiempo más. Debes saber, además, que los pensamientos negativos, a la larga, pueden dañar nuestro sistema inmunológico.
- Haz ejercicio moderado y de manera constante. Con el ejercicio, los nutrientes y el oxígeno llegan a células a través del flujo sanguíneo. Aunque te parezca mentira, la enfermedad no progresa en un entorno bien oxigenado. Los estiramientos y paseos también ayudan a eliminar del organismo las toxinas causantes del envejecimiento.
- Mantén una dieta rica en nutrientes y antioxidantes. Los beneficios que aporta una dieta bien equilibrada son muchos y variados: mejoran la memoria, dan más energía y facilitan las actitudes positivas y la sensación de bienestar. En general, una buena alimentación consigue mantener nuestro sistema inmunológico (sí, de nuevo) en perfecto estado.
- Administra tu tiempo como si de dinero se tratara. Un hábito esencial para que te vaya bien en cualquier cosa que hagas es contar con una administración efectiva de tu tiempo. La forma en la que aproveches este recurso determinará tu potencial para materializar tus proyectos. Encuentra un buen sistema para administrar tu tiempo y ponlo en marcha. Una vez que este hábito haya cuajado en tu rutina cotidiana, prácticamente podrás hacerlo todo, y no habrá objetivo que parezca demasiado grande para ti.
- Lee, que así alimentarás tu intelecto y tu espíritu. Al igual que tantos otros, la lectura es un hábito que se adquiere. Si no sueles leer con frecuencia, te aviso que te estás perdiendo de mucho. Para empezar, la lectura amplía nuestro vocabulario, mejora nuestras habilidades de expresión escrita, estimula nuestra creatividad y desarrolla nuestro intelecto. Pero esto es solo una parte de sus grandiosos beneficios; te puedo asegurar que encontrarás más, tantos como libros pueda haber publicados por el mundo.
Reflexiones finales
Todo lo que pensamos, decimos y hacemos es el resultado de hábitos profundamente arraigados en nuestra mente gracias a años de comportamiento repetitivo. Son esos mismos hábitos los que nos ayudan a avanzar o a retroceder en nuestras vidas. De hecho, lo que somos hoy es el reflejo directo de esos hábitos de los cuales ya te hablé bastante.
Deshacernos de nuestros malos hábitos y reemplazarlos por otros mejores no es nada fácil. Requiere compromiso, voluntad y un deseo profundo de superar nuestra tendencia, aparentemente natural, a pensar, sentir, hablar y actuar de una manera que, por más que no lo notemos, no nos resulta del todo conveniente.
Claro, si estás comprometido con valores como la felicidad y la superación personal, los hábitos te ofrecerán el mejor camino para enriquecer tu vida. También son los instrumentos que utilizamos para automatizar nuestro progreso y ayudarnos a materializar nuestros sueños, y quizá, solo quizá, materializar nuestros sueños sea el hábito más saludable de todos.