¿Qué son?
Según los psicólogos Sally Winston y Martin Seif, los pensamientos intrusivos son «pensamientos reprimidos de aparición repentina que causan gran angustia», a menudo centrados en imágenes aterradoras, sexuales, violentas o socialmente inaceptables, o incluso en ideas que van en contra de nuestro propio sistema de creencias.
Estos pensamientos no tienen ningún significado y son más comunes de lo que puedes imaginar, y así sucede. «Todo el mundo tiene pensamientos que van en contra de lo que son», dice Jonathan S. Abramowitz, profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, y autor de varios estudios sobre el tema.
¿Por qué los tenemos?
Los pensamientos intrusivos son solo una parte integral del funcionamiento de nuestro cerebro. «Es una de esas cosas que hace tu cerebro, como un ejercicio natural de algún tipo. Tenemos pensamientos sobre cosas geniales, pero también tenemos pensamientos sobre cosas realmente oscuras y desagradables que nunca le diríamos a otra persona. Eso es normal. Así es como trabajamos», explica Abramowitz.
Si puedes lidiar con estos pensamientos sin desarrollar rituales para tratar de combatirlos es que tienes pensamientos intrusivos normales y corrientes, si no, existe la posibilidad de que padezcas algún tipo de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo).
¿Qué pasa con el TOC?
«Si alguien tiene TOC, será muy difícil quitarse de la cabeza un pensamiento intrusivo», declara Monnica Williams, psicóloga clínica, profesora asociada y directora del Laboratorio de disparidades culturales y de salud mental de la Universidad. de la Facultad de Psicología de Ottawa y directora clínica del Instituto de TOC de Nueva. Y agrega: «La persona con TOC participará en algún tipo de comportamiento llamado compulsión o ritual para exterminar el pensamiento o revertir cualquier acción que crea que sucedería como resultado del pensamiento. Sin la presencia de compulsiones, no hay TOC».
Con respecto a las compulsiones, Abramowitz comenta: «Se supone que el cerebro responde a una amenaza haciendo que le prestemos más atención como si fuera un tigre dientes de sable. El problema es que es una falsa alarma. Supongo que una buena analogía sería, no es que la televisión esté rota, es que estás viendo el canal equivocado. Si no le gusta el programa que está emitiendo, lo que debe hacer no es intentar arreglar su televisor. La cosa es aprender a cambiar de canal».
Los expertos suelen utilizar la terapia cognitivo-conductual para ayudar a las personas con TOC a romper con los pensamientos intrusivos y los comportamientos rituales que se derivan de ellos. Abramowitz dice que algunos de los principios de la terapia cognitivo-conductual pueden ser útiles para hacer frente a los pensamientos intrusivos, específicamente, la prevención de exposición y respuesta y la terapia de compromiso basada en la aceptación.
Williams, por su parte, menciona una técnica llamada Exposición y Prevención Ritual, que implica la exposición gradual, repetida y prolongada a situaciones que causan ansiedad hasta que la ansiedad se desvanece. «El componente de prevención de respuesta implica aprender a detener las compulsiones o los rituales. Al detener las compulsiones, los pacientes aprenden que los rituales no los protegen de sus preocupaciones obsesivas», explica.
¿Cómo podemos manejar los pensamientos intrusivos?
No los alejes. Si te molesta un pensamiento intrusivo recurrente, debes comprender que resistirse a él puede ser contraproducente, ya que tu mundo interior no funciona de la misma forma que el mundo exterior. «Si quieres mover una mesa, la levantas y la mueves o la empujas. Pones esfuerzo, obtienes lo que quieres. En el mundo interior, ese tipo de esfuerzo funciona al revés. Cuanto más intentas no sentir algo o no pensar en algo, vuelve el doble. Hacer un esfuerzo no es la solución. Lo que funciona es estar dispuesto a tener el pensamiento ahí y luego dejar pasar el tiempo», explica Winston.
Una vez que comprendas completamente que tus pensamientos son intrascendentes y que no están vinculados a ninguna intención o resultado, entenderás que no importan tanto, y si no importan tanto, dejarás de preocuparte por ellos y dejarás de anticipar su regreso.
En relación con esto último, puedes resguardarte en el cuidado personal. El ejercicio, comer bien y dormir bien son formas básicas de autocuidado que, posiblemente no te libren de los pensamientos intrusivos, pero sí te ayudarán a disminuir la depresión y la ansiedad, trastornos que pueden hacerte más vulnerable a ese problema.
Si los pensamientos intrusivos dominan tu día hasta el punto de que no puedes hacer nada más, debes pedir ayuda a un profesional, sobre todo, si has pensado seriamente en hacerte daño o, incluso, en lastimar a otra persona.
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