Dice Aristóteles (Poética, Capítulo IX) que el poeta y el historiador no difieren entre sí por el hecho de componer uno en verso y el otro en prosa, sino porque el historiador relata —yo enmiendo este verbo y digo «describe»— los hechos que han ocurrido tal cual han ocurrido, en tanto que el poeta relata los hechos que podrían suceder. ¿Qué quiere decir esto? Que el historiador no puede intercalar ficción en los hechos históricos que describe, es decir, no puede relatar hechos que podrían haber sucedido en un determinado contexto histórico, sino que tiene que circunscribirse —por más tediosa que le resulte la tarea— a describir objetivamente, cuasi científicamente, los hechos que efectivamente han ocurrido tal cual han ocurrido, gusten o no. En cambio, el poeta puede —y debe, para diferenciarse, entre otras cosas, de la Historia— relatar hechos inventados que podrían suceder en el futuro, que pueden suceder en el presente y/o que podrían haber sucedido en algún momento del pasado;[1]y dada esta cualidad de poder inventar hechos y personajes para indagar con mayor precisión la naturaleza humana, que es lo que permite la reflexión filosófica, se sigue que la Poesía es per se más filosófica —y, por extensión, más elevada— que la Historia, ya que la primera aspira a la universalidad mientras que la segunda no puede hacerlo, por el sencillo motivo de que su naturaleza de ser particular se lo impide.

Al respecto de la universalidad, cabe insistir en que es ésta una cualidad exclusiva de la Poesía, mientras que la particularidad es propia de la Historia. ¿Qué serían, pues, la una y la otra? Tomando como base a Aristóteles, digo que la universalidad hace referencia a qué dirá, hará y/o pensará un personaje con determinadas cualidades éticas y determinadas pasiones en un determinado contexto, mientras que lo particular es, por ejemplo, «lo que ha hecho o padecido Alcibíades», Luis XVI o Alejandro Magno o quien fuere; dicho en otros términos, lo particular de la Historia es que Luis XVI fue decapitado; lo que la Poesía puede hacer en este caso es inventar que alguien lo salvó, por ejemplo. Dicho en otros términos, el historiador no puede, en una obra estrictamente historiográfica, inventar personajes con determinados discursos para validar las propias ideas ni tampoco puede intercalar poesías, cuentos y/o escenas, pues esto sería presentar una visión muy estilísticamente sesgada de la Historia, cosa que constituiría una grave falta de respeto para con el público y para con la verdad misma; de modo, pues, que la Historia tiene que describirse de una manera estrictamente racional, despejando toda emoción propia; y lo que es más, en un libro de Historia tampoco puede hacerse Filosofía de la Historia, sino que para hacer esto debe escribirse un libro sobre Filosofía de la Historia y no uno de Historia estricta. Si el historiador tiene la cabeza en las nubes, como suele decirse, pues tendrá que escribir una novela histórica.
Quiero decir que no es válido decir en un libro de Historia estricta algo así como «La Guerra Civil Estadounidense surgió porque se enfrentaron dos ideologías muy potentes, como casi siempre sucede en los conflictos bélicos». Para mantenerse dentro de la categoría mentada, será necesario eliminar la apódosis de la oración; si se la deja, se está introduciendo cierta visión particular sobre la Guerra (vale decir: la de que dos ideas masivas suelen ser causa de la misma). Un último caso sería el de la novela histórica, que sería como decir: «Mientras la familia Abbott desayunaba bajo el cálido manto del sol, ingresó de repente y exaltadamente el hijo de los Thompson, vecinos suyos, para informarles que las tropas confederadas habían bombardeado Fort Summer, lo que pronto dará lugar a la guerra más infame de la historia estadounidense».
Con esto en cuenta, pueden clasificarse los libros de Historia en dos categorías:
- Historia estricta: cuya principal característica es la objetividad, sin mezclar sentimientos y/o ideas propias ni inventando historias ni escribiendo encomios y/o elegías sobre lo descripto ni haciendo comparaciones y tratando de eliminar toda retórica posible.
- Filosofía de la Historia: aquí sí que puede el historiador reflexionar sobre los acontecimientos históricos que previa o simultáneamente describe y/o recurrir a algún otro artilugio retórico. La principal desventaja en este tipo de textos es que las probabilidades de transmitir la Historia de manera sesgada son magnas, lo que ciertamente no es recomendable para un lector que busca la transparencia.
Una categoría aparte correspondería a la Poesía:
*Ficción histórica: sea que se trate de una novela (Guerra y paz), una epopeya (Ilíada), un cuento, un drama, el ejemplo de los Thompson o lo que fuere. La única condición en este tipo de textos es que los acontecimientos inventados sirvan para indagar sobre la naturaleza humana y preguntarnos, por ejemplo, por qué el hombre estuvo a favor de la esclavitud en algún momento del pasado, o indicar que el deseo de poseer a alguien puede ser tan grande como para que un rey secuestre a una reina de otro reino, sabiendo las consecuencias que ello conlleva. La mayor ventaja de este tipo de textos es que permiten comprender mejor y más al hombre, además de que, al ser poético lo que se describe, puede embellecerse la realidad de lo descripto a través del discurso, de la retórica, de las acciones de los personajes inventados y de todos los recursos poéticos del autor, lo que sin duda hará la lectura más amena para todos.
Imagino la siguiente situación: estoy interesado en la Guerra Civil Estadounidense y quiero publicar algo en relación a ésta. Tengo tres formas de hacerlo: si quiero comunicar qué es lo que realmente pasó, con datos, citas y fuentes, tendré que escribir la historia de la misma acudiendo a determinada bibliografía, determinados documentos, determinados mapas y hasta daguerrotipos, pinturas y/o ilustraciones contemporáneas a la época; tendré, también, que describir la historia en tercera persona, a efectos de tomar distancia de los hechos, respetando el orden cronológico y prestándole atención hasta a los detalles más pequeños, todo en pos de darle la mayor información posible al lector, sin faltar a la verdad y evitando en la medida de lo semánticamente posible el uso de adjetivos, puesto que la Historia no está para ser manipulada o reflexionada en un libro de Historia estricta.
Ahora bien, si quiero reflexionar sobre lo ocurrido en la mentada guerra y quiero dar mi opinión sobre tal o cual asunto o tal o cual persona de la misma, deberé, en primer lugar, presentar mi escrito como una obra sobre Filosofía de la Historia, más específicamente sobre Filosofía de la Guerra Civil Estadounidense, ya que, al hacer esto, estaría dándole la pauta al lector de que el texto está permeado por cosas que van más allá de lo histórico. En cuanto a los tiempos verbales, podrán mezclarse varios, aunque lo recomendable sería utilizar la tercera persona (del singular o plural) para describir los hechos y la primera persona del singular[2] para reflexionar. En este caso, pues, sí que es válido reflexionar sobre la Historia, aunque dicha reflexión no tendrá el carácter de universal que sí lo tiene la Poesía.
Finalmente, si sólo me interesa la Guerra Civil Estadounidense en la medida en que me sirve como pretexto y contexto para colocar determinados personajes y escenas ficticias, entonces deberé escribir, verbigracia, una novela, cuyas cualidades estéticas estarán a mi criterio y en la que, debido a la naturaleza poética de la misma, necesariamente también habrá Filosofía, pero no una Filosofía sobre la Guerra Civil Estadounidense, sino más bien sobre la naturaleza humana. Este tipo de reflexión puede hacerse, sí, en un libro de Filosofía de la Historia (como queda indicado en el párrafo anterior), con la diferencia de que tendrá que limitarse a los hechos, no pudiendo, por consiguiente, aspirar a la universalidad que la Poesía tiene: ésta puede pasar de lo particular a lo universal, como en toda gran obra poética, mientras que los límites de la Historia se reducen a lo particular; e independientemente de que existan libros que lleven títulos como Historia universal, aun así lo descripto será particular, ya que no podrá enfocarse tanto como la Poesía en la naturaleza del hombre, lo que sí es verdaderamente universal.[3]
Podría afirmarse, pues, que la Filosofía de la Historia reflexiona sobre las causas de la Guerra Civil Estadounidense y que la Historia estricta únicamente las describe: es tarea de la Poesía ver por qué el hombre hace la Guerra, por qué, una vez hecha, la continúa y por qué la termina.
[1] Este sería el caso de la ficción histórica (Guerra y paz, Historia de dos ciudades).
[2] Desaconsejo el uso del plural de modestia por incluir al lector en las ideas del autor.
[3] Valga decir que ningún libro puede agotar el estudio de la Historia.