Por Maximiliano Reimondi | Argentina
En general, se entiende por matriarcado a las sociedades donde un grupo de mujeres tiene en sus manos el poder político, económico o religioso. La existencia de comunidades de este tipo a lo largo de la historia de la humanidad ha sido, y sigue siendo, un asunto muy controvertido. El consenso aún está lejos de alcanzarse, y los debates sobre este amplio y complejo tema se mantienen encendidos.
El estudio pionero sobre sociedades del pasado dominadas por mujeres se debe al antropólogo Johann J. Bachofen (1815-1887). En 1861, este autor publicó un libro titulado El derecho materno, que tuvo un notable impacto en el pensamiento de su tiempo. Inspirado en los mitos griegos, Bachofen creía que la cultura europea temprana había pasado por tres estados básicos sucesivos. En el primero, caracterizado por la barbarie, ningún sexo controlaba nada porque el control no existía. En el segundo estado, la autoridad, tanto en la familia como en la tribu, estaba en manos de las mujeres y reinaba la promiscuidad sexual; debido a la dificultad para establecer con certeza la paternidad, la filiación sólo se realizaba por línea femenina. El tercer y último estado surgió más tarde, cuando estas ginecocracias fueron reemplazadas o convertidas en patriarcados y la humanidad alcanzó un alto grado de organización.
La mayor parte de los especialistas alega que no existe ninguna evidencia arqueológica ni etnográfica que permita afirmar que las mujeres dominaran y explotaran a los hombres en alguna sociedad del pasado. El que se hayan descrito religiones donde aparecen diosas, insiste la mayor parte de los especialistas, no evidencia automáticamente una dominancia femenina.
Hay numerosos ejemplos por todo el mundo en el que las mujeres, en diferentes esferas de su comunidad, son la base y juegan un papel central. Hace 13 años, un grupo de mujeres en Kenia creó la aldea de Umoja que significa “la unidad”, en el idioma swahili. Una aldea dirigida completa y exclusivamente por mujeres, donde sentirse protegidas del maltrato y donde ir en busca de ayuda o simplemente consejo.
Rebecca Lolosoli es la matriarca de este pueblo. A los 13 años de edad fue obligada a casarse con un hombre que le triplicaba en edad. Violada y abandonada a su suerte, supo luchar por sus ideales y crear esta aldea con ayuda de sus compañeras.
Feminismo y Machismo
Según el diccionario de la Real Academia Española, Feminismo es:
*Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.
*Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.
Machismo es:
*Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.
El filòsofo y sociòlogo Herbert Marcuse, en “Marxismo y feminismo”, decìa que el movimiento feminista actúa en dos niveles: en primer lugar, la lucha por conseguir la igualdad completa en lo social, lo cultural y lo económico; por otro lado, más allá de la igualdad tiene como objetivo la construcción de una sociedad en la que quede superada la dicotomía hombre-mujer.
Vemos, pues, que el feminismo es un movimiento social, mientras que el machismo es una actitud, queda claro que comparar ambos términos no tiene sentido. Las personas con actitudes y comportamientos machistas consideran a las mujeres como seres inferiores, con menos derechos que los hombres. El movimiento feminista, por el contrario, intenta conseguir una sociedad igualitaria, en la que exista una igualdad de oportunidades para mujeres y hombres.
El machismo se encuentra en todas las sociedades y tiene fuertes implicaciones para el desarrollo de las personas desde su nacimiento, pues al tratar de forma diferenciada a niñas y niños se impide que desarrollen capacidades y actitudes que una educación no sexista podría fomentar.