Las palabras abren puertas sobre el mar.
Es verdad que la poesía, por su carácter lírico y maleable, da la libertad al poeta de tomar ciertas licencias frente a la página en blanco. No es lo mismo escribir un texto en prosa que un poema. En el caso del poema se nos abren abanicos de posibilidades casi ilimitados. Grosso modo, es por todo esto que no me sirve en absoluto la “prosa fileteada” (dispuesta como si de un poema se tratara) en la página, por más maravillosa que sea como texto.
Siempre sentí y mantuve que un poema es, en literatura, el equivalente a un cuadro en las artes plásticas. Cada palabra que lo conforma es una pincelada de la que podemos —y debemos— elegir su color, textura y superficie; es esa la mejor palabra, y ninguna otra, para el espacio en donde decidimos encastrarla.
Si bien es verdad que la poesía —por su modo concentrado de escritura en el que nada puede sobrar y por su escondida pero indispensable precisión— tiene un poder sublime como mensaje que puede resultar, incluso, altamente transformador hasta en lo social o ideológico, también tiene otros aspectos que la hacen única y agudizan esta característica. Podría hablar ahora de la metáfora, las imágenes, e infinitas herramientas de las que la poesía se nutre, pero, en mi opinión, lo que realmente la hace transformadora y bella es su musicalidad.
La música de un poema es lo que consigue penetrar al lector sin aviso; lo pilla desprevenido y cuando este quiere darse cuenta, los versos ya están dentro suyo resonando más allá de lo que la palabra dice. Es entonces desde la música desde donde el verso penetra para dar luego el sentido más profundo a la palabra.
Es cierto que en la poesía más contemporánea se ha dejado, en muchos casos, la métrica o la rima (o ambas cosas) a un lado. Pero para que sea poesía debe, aún hoy, ser música. Es la destreza de cada poeta la que permitirá dar musicalidad a los versos y al poema.
Cuando hablamos del Siglo de Oro, por ejemplo, esto se torna mucho más patente. Así es que el soneto cobra su alta relevancia por tratarse del estilo de poema mejor estructurado en lo que a musicalidad se refiere.
Si tomamos a Góngora, desde sus sonetos sarcásticos, hasta su poesía sacra, pasando por infinidad de romances, vemos como jamás deja de hacer música con las palabras. De este modo consigue proezas como emocionar a una mujer atea del siglo veintiuno, como yo, con su poema Al nacimiento de Cristo, Nuestro Señor. El soneto trata sobre el nacimiento, vida y muerte de Cristo desde un punto de vista profundamente humanista y filosófico en el que termina diciendo: «(que más fue sudar sangre que haber frío) / sino porque hay distancia más inmensa / de Dios a hombre, que de hombre a muerte».
El maestro Góngora, su genialidad, elige el soneto y su perfección sonora para referirse a los más sagrado y traerlo al plano humano. Es la cadencia, la música que conforma cada vocal, diptongo, sílaba… lo que lo hace grandioso y lo que da al lector la llave para poder sentir verdaderamente lo que sus versos dicen.
Imagen: Retrato de don Luis de Góngora y Argote (1622), de Diego Velázquez
En la actualudad, desgraciadamente, más que perderse o evitarse la rima, lo que sucede es que se usa sin acierto, sin premeditación, sin un verdadero sentido rítmico, sino, por así decir, al buen tuntún.
Hola Fernando, no sé si utilizar esa expresión porque denota cierta descalificación. Lo que sí es verdad es que venga la poesía, construcción de un poema, han cambiado muchas cosas. Esto ha ocurrido en casi todos los ámbitos con millares de cosas. El tiempo pasa y nuestro aprendizaje creo que radica en observar el fenómeno y tomar lo que crece y saber ver qué empobrece.
Es muy subjetivo y personal, por ello, no soy tan categórica. Hay piernas de construcción muy moderna que me gustan mucho y me llegan porque, aunque de otro modo, la música está ahí, re-creada.
Gracias por la lectura y, sobre todo, por tu opinión. Lindo es es debatir!
Hasta pronto!
Magnífica condensación del valor de la música en la poesía y las resonancias de las palabras escritas como herramientas corporales pictóricas y transformadoras.
Que Rica interpretación, Patricia. Muchas gracias por tu interés y opinión.
Un abrazo y hasta pronto
Excelente manera de expresar un punto de vista!!
Gracias, me alegra mucho que te haya resultado claro, Fátima.
Hasta pronto!