Por Julián Delgadillo | Colombia
Pareciera que por efecto de la economía, la geopolítica y las luchas por territorios y poder, guerras y violencias, el mundo político buscó desde siempre la centralización del poder a niveles crecientes desde lo local en la aldea y la tribu, la ciudad o Polis, en lo regional con las Ligas o Confederaciones de tribus y ciudades o feudos, hasta los Reinos, los Grandes Imperios y los Estados-Nación, habiéndose creado desde la antigüedad diversos Códigos y Leyes que rigieran el comportamiento de los hombres, los que vienen culminando durante los siglos XX y XXI, en tribunales Internacionales de justicia y de comercio, en conjunto con intentos mundiales de centralizar el poder, tales como fueron la Sociedad de Naciones, la Unión Europea y las Naciones Unidas. ¿Se unificará el Mundo algún día en un solo sistema político Mundial con un solo gobierno, Partidos Políticos, seguridad social, cobro de impuestos y manejo equilibrado de la economía, como parece sugerirlo Thomas Piketty, en su reciente libro “El Capital en el Siglo XXI”?
La lucha por el poder y la tierra ha sido una constante en la historia de la humanidad, tal como la describen y conceptualizan los historiadores, desde la China milenaria de las dinastías Shang y Zhou, entre los ríos Hoang-Ho , y el río Yang-tse-Kiang, la India de los ríos Indo y Ganges y las civilizaciones de Harappa y Mohenjo Daro, el Cercano Oriente, en los remotos años del 4000 A.C., en la llamada medialuna de las tierras fértiles, Egipto, Mesopotamia e Irán o Persia. . Estos sucesos, fueron seguidos por el proceso de unificación del Mar Mediterráneo, iniciado cuando los Fenicios fundaron Cartago en el Túnez actual, para que luego los Griegos se vieran sometidos por el supremo Hegemón Filipo de Macedonia y su hijo, el discípulo de Aristóteles, Alejandro Magno, quien conquistó egipcios, persas mesopotámicos y dejó huellas en la India y Afganistán, preparando el advenimiento del envolvente Imperio Romano, a partir del mundo Etrusco: Imperio que en los siglos siguientes abarcó la Europa Occidental y el Norte de África, siendo su principal vía de comunicación el Mare Nostrum o Mar Mediterráneo.
Según la fantástica tesis del historiador inglés Arnold Toynbee, al morir y declinar la Civilización Romana, centrada en la Primera Roma de Italia, hacia el siglo V D.C. se dio nacimiento como, de una crisálida, a la Religión Cristiana, y el mismo Imperio Romano se prolongó en el tiempo con el Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino, centrado en Constantinopla, la llamada segunda Roma, hasta su conquista por los Turcos en el año 1453, mientras que en la Europa Occidental se reproducía Roma en el Imperio de Carlomagno, hacia el año 800 D.C, y en el Sacro Imperio Román Germánico de los Otones, que subsistió hasta Napoleón Bonaparte, en los inicios del siglo XIX.
Hacia los años 1000 D.C., a partir del cristianismo romano o niceno, se escindió la Religión Ortodoxa con influencia de sectas cristianas griegas, propagándose entre el pueblo eslavo de la Rusia moscovita, y .así el monje ruso Filofei de Pskov, en carta dirigida al Duque Basilio III, pudo escribir sobre la continuidad de Roma: “Dos Romas han caído, Roma y Constantinopla o Bizancio. La Tercera Roma, Moscú, se sostiene. Y no habrá una cuarta. ¡Nadie reemplazará tu reino de Zar Cristiano!”, sucesos acaecidos en momentos en que la Roma nicena, enfrentada con el Sacro Imperio Román-Germánico, se aliaron para atacar al Islam, nacido en las profundidades del cercano Oriente, en la Meca, años 632 y siguientes, cuando ya constituía un gran poder extendido por todos los desiertos entre el Maghreb o África Occidental y el Asia central, el Mar Mediterráneo, el Califato de Córdoba en España, Sicilia y el sur de Francia e Italia, organizándose las Cruzadas y la Santa Inquisición, cuyas guerras en los siglos XI a XIII recuperaron para Occidente el Mare Nostrum, pero sembraron de muertos infieles, tal como actúa hoy en día el ISIS o Estado Islámico en formación, los campos del Cercano Oriente y cercenaron y quemaron a los disidentes Europeos que no creían en el cristianismo niceno predicado por Roma.
A partir de allí, han corrido muchos metros cúbicos por segundo como caudales de agua por el río Magdalena, la arteria principal de nuestra historia andina colombiana, centralizada en función de una clase dirigente de origen español, herencia del Imperio que conquistó estas tierras cuando su rey Habsburgo era el Emperador del Sacro Imperio europeo, gente de etnia mestiza y blanca que maneja el país desde la capital Bogotá, en conjunción con varios gamonales, caudillos o sub-poderes regionales, en zonas que se hallan en proceso de conformar o consolidar la idea y los valores de un Estado Nación civilizador, según el brillante libro de Fernán González, S.J. “ Poder y Violencia en Colombia”, lo cual sería una de las causas para la violencia extendida que soporta el país después de 50 años de guerra civil no declarada, en enfrentamientos que se relacionan con aspiraciones locales de igualdad de oportunidades y de contar con la presencia de las tres ramas del poder del Estado, con Fiscalía, Contraloría, Jueces, Bancos de Fomento, Seguridad Social y de Salud, vías de comunicación para sacar los productos, un sistema educativo eficiente y completo con Estudios Primarios, Secundarios y Superiores basados en la investigación de los problemas propios, en frente a los poderes omnímodos de los Señores de la Guerra, guerrilleros, paramilitares, narcotráfico, bandas armadas, ejército nacional, familias gamonales con relaciones e intereses políticos en el poder central, que median todo, controlan todo y se han favorecido tradicionalmente en sus intereses locales.
En este contexto es que se desarrolla actualmente la problemática de los diálogos de Paz con las FARC, aspecto claramente civilizador y que busca hacia el futuro conformar un Estado mas incluyente y regido por Leyes generales, en un mundo que parece dirigirse a conformar un gobierno central unitario, representante de toda la humanidad, articulado, mediante Leyes aceptadas por la mayoría con gobiernos locales que reflejen la problemática de las propias regiones, sin injerencia de grupos de poder locales..