Teatro, Perú, Cooltura.
Por Sandra Huayanay | Perú.
Si están por Lima, NO pueden dejar de verla
alir de un shock emocional tan denso, no es algo que uno siente usualmente cuando terminaste de ver la función del teatro. Pero a mí personalmente sí me sucedió. Quizás es un sentimiento de tanta tristeza que perfora tu interior y que no quiere salir, nunca, jamás. La Cautiva me dejó así: sin palabras y al borde del llanto. Ésta obra – cuyo autor de Luis Alberto León- dirigida por Chela de Ferrari toma como tema central uno de los episodios más sangrientos y oscuros de la historia peruana contemporánea: la violencia producida en los años ochenta por el terrorismo y la deshumanización de la fuerza militar en los pueblos andinos. Temas que actualmente pueden verse como tabú, como si deberíamos guardar silencio a lo que pasó pero que, ante el tiempo nos vuelve cómplice de la violencia, de la masacre, de la tortura, del dolor, de la impunidad frente a la injusticia…
Debo confesar que no nací en esa época de terror, cuando los coches bombas explotaban en las calles, cuando se iba la luz, cuando la sinrazón mató miles de personas; pero a pesar de eso, parece que esa herida me la hubieran pasado mis padres, de manera inconsciente claro, en la cual revivir tales memorias hacen que te arrojes al piso: tanto sufrimiento no puede ser soportado en un diminuto cuerpo humano, tanto odio no puede caber en una persona, solo el tiempo cura las heridas, solo el tiempo lo sabrá.
Eso es lo que transmite La Cautiva:
Nos hace retroceder a esa época sangrienta en donde, un joven de 22 años (Alain Salinas) que trabaja en una morgue ayacuchana debe preparar el cadáver de una pequeña jovencita para el festín de militares que desea satisfacer sus necesidades carnales. María Josefa (Nidia Bermejo) despierta en un lugar nunca imaginado, con el recuerdo final de haber visto a sus familiares morir, pero con la ilusión de tener su fiesta de quince años como siempre soñó.
El joven, en un trance de lunatismo, se conmociona con la historia de la joven a la cual intenta ayudar a cumplir su fiesta. Esta es una de las partes que más conmociona al público pero que a la vez revela la cruda realidad de María Josefa y del por qué de su muerte tan macabra. La obra es la combinación de horror y sutileza al mismo tiempo, con metáforas relacionadas al universo andino que generan aflorar sentimientos pasados. La puesta en escena es sin dudas brillante, gracias a las grandes actuaciones de Salinas y Bermejo, cuyo dialogo nos transporta en un universo conocido pero que aún necesita descubrirse. Asimismo, ésta se sostiene por las soberbias actuaciones de Carlos Victoria y Emilram Cossio, así como la danza propuesta por Ana Correa, con su posterior puesta en escena por Jesús Tantaleán y Rodrigo Rodríguez.
Cabe resaltar que dicha obra es la ganadora de Sala de Parto 2013, cuyo estreno se realizó este año por el décimo primer aniversario del teatro La Plaza en Miraflores, Lima.
Temporada hasta el 16 de diciembre.
P. D.: no puedo dormir después de haber ido a verla, ¿será que aún quiero llorar?