La paradoja plantea:
“Si una serpiente empieza a comerse su cola y acaba comiéndose absolutamente todo su cuerpo, ¿Dónde estaría la serpiente, si está dentro de su estómago, que a su vez está dentro de ella?”
Por Constanza Tubio | Argentina
sta paradoja es utilizada en la filosofía y en la religión, y expresa el eterno retorno, la infinidad, la lucha y el esfuerzo eterno, y a su vez inútil. Simboliza la naturaleza cíclica en nuestro alrededor y en nuestra vida, y el comenzar de nuevo a pesar de nuestros esfuerzos por impedir un hecho.
Similar al eterno retorno del héroe Sísifo griego, quien fue castigado por los dioses, condenándolo a empujar una piedra cuesta arriba. Cuando la tarea pareciera estar realizada, la piedra cae cuesta abajo, obligándolo así a Sísifo a repetir la acción de empujar nuevamente la piedra, y a repetir este ciclo por toda la eternidad. La Serpiente también es comparada en la mitología nórdica con la serpiente de Jormungand.
Un reloj nos muestra gráficamente el ciclo del día: las 24 horas. Pasadas las 24 horas de un día, vuelve a su inicio; las 00 horas. El día termina y comienza otro, por toda la eternidad en una vida humana. Esto descarta la visión del tiempo de manera lineal, y se puede interpretar como cíclica, el tiempo y la continuidad.
En los primeros tratados alquímicos relaciona al Ouroboros con la dualidad, con el principio “Todo es Uno”. En la masonería, la Serpiente mordiéndose la cola son el principio y el fin, así como también son representadas con las letras en el alfabeto griego “Alfa” y “Omega”. Se puede relacionar al Ouroboros con el hermetismo, por su polaridad. Los extremos se tocan.
Carl Gustav Jung sostiene: “…Este proceso de la ‘regeneración’ es al mismo tiempo un símbolo de la inmortalidad, puesto que el Ouroboros se mata a sí mismo y se trae a la vida, se fertiliza y se da a luz. Él simboliza el que procede del choque de contrarios, y por lo tanto, constituye el secreto de la materia prima que proviene indiscutiblemente de la misma raíz del inconsciente del hombre.”