Por Tadeo Pettinari | Argentina
El cineasta español Pedro Almodóvar Caballero, libriano, nacido en Calzada de Calatrava en 1949, posee miles de fanáticos y detractores esparcidos alrededor del mundo occidental. Se lo ama tanto como se lo odia. Y es que no podría generar tibieza un director que no lo es en absoluto. De más está decir, a estas alturas del partido, que su particular estética es utilizada como referente en sí misma. -Esto o aquello es almodovariano-, así como tampoco resulta novedoso observar que Almodóvar es un director cocoliche y divertido, y a la vez sangriento y dramático; grotesco hasta el hartazgo, ocurrente a más no poder, y excelente dramaturgo. ¿No es así? Aquí pondremos a prueba su encanto.
¿Dónde radica la genialidad de un creador de cine?
Para comenzar por el principio y en concreto, hay un punto, el más simple de los puntos habidos, que nos conduce a entender por qué Pedro Almodóvar no es solo una mujer bonita bien dirigida, no es solo un vestido estridente, elegante y original; ni una situación dramática particular e interesante, ni es solo un departamento con paredes anaranjadas y azules. Pedro Almodóvar es un tipo. Un hombre. Un ser humano, como usted y como yo. Un creador que busca –con suerte, generalmente- la profundidad. Su profundidad como ser humano. Está amigado con su creatividad, señoras y señores.
Es sin pensar en qué
Lo interesante es entender que Pedro Almodóvar no quiso ser almodovariano; lo fue, lo es, -como diría Chespirito (otro auténtico) – sin querer queriendo. Y aquí no termina la cosa: Es claro que al ser un creador sincero hasta el hartazgo consigo mismo, sabe lograr que cada uno de sus actores y actrices hile su presente personal con ese personaje que le ha tocado transitar. Con esa situación que tendrá que interpretar. Sabe inspirar. Entonces, más allá de que su dramaturgia suela ser un gran disparador para lo que luego será el tono, la poética, el cómo, la particularidad de este creador de cine considerado Genio, radica en la autenticidad a la que ha llegado a acceder. La íntima convicción.
Hoy, Pedro Almodóvar tiene sesenta y cinco años
lo hemos visto desfilar en Cannes y lo hemos oído con atención recibiendo sus merecidos premios Oscar, acompañado de estrellas que asumen, a viva voz, desear trabajar con él. Lo vemos bien vestido, arreglado, es todo un señor español. Pero antes de ser el genio, fue el auténtico y no le pesó demasiado serlo. Salió vestido como quiso salir vestido. Dijo lo que tuvo ganas de decir. Hizo. Amó. Vivió su vida. Porque Pedro Almodóvar es, sin duda, el protagonista de todas sus películas.
Usted, joven creador, ¿Qué está esperando para ser auténtico? ¿A quién le tiene miedo? A lo mejor, si consigue ser usted mismo, si consigue vivir sin prejuicios, en unos años lo veamos a usted también mereciendo un Oscar, o el premio del jurado en Cannes. O por lo menos, extasiado de verdad con su nuevo proyecto. Porque si hay algo de lo que tenemos que estar seguros, es de que el señor Pedro Almodóvar Caballero, se la pasa muchísimo mejor rodando sus películas… que recibiendo el mejor catalogado de los premios.