Arte, Cooltura, Historia
Fotografía izquierda: Dazzle-Ships in Drydock at Liverpool 1919, en el National Gallery de Canada.
Por Sandra Huayanay | Perú.
ientras aprovechaba un momento para respirar en mi nuevo empleo, observé que uno de mis compañeros tenía en manos La Gran Guerra: Grandeza y dolor en las trincheras, de Canales y Miguel del Rey. Una vez más, mi percepción visual hizo de las suyas y se quedó encantada por una pintura de la Primera Guerra Mundial que figuraba en una de las páginas de libro.
Mi curiosidad era tanta que le pedí prestado el libro para saber quién era el iluminado que tuvo la gran tarea de hacer esta obra.
.Se trataba nada más que de Edward Wadsworth, un pintor inglés reclutado en la Reserva Real Naval Voluntaria a quien le fue encomendado camuflar las naves inglesas con el fin de evitar ser presa fácil para la fuerza naval alemana. Pero esta idea no viene principalmente de Wadsworth. Norman Wilkinson –también pintor– quien en ese entonces poseía el grado de capitán de corbeta, tuvo que ingeniárselas para recuperar la victoria después de un exitoso ataque submarino alemán a las embarcaciones inglesas.
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Este pensó que la única forma para confundir al enemigo era distorsionando la visión… Pero ¿cómo se podía lograr dicho cometido estando a una gran distancia? La respuesta era el dazzle camouflage, que consistía en líneas y curvas completamente distorsionadas y no paralelas, lo cual hacía que la visión de una nave en un periscopio sea difícil y se convierta en todo un reto, ya que para lanzar un torpedo había que calcular la distancia de la nave objetivo en movimiento.
Su plan tuvo la aprobación de los altos jefes de la Armada Real Británica a tal punto que, ya en 1917, se podían observar naves pintadas de diferentes colores y formas a lo largo de la bahía. Incluso, tuvo a cargo la Sección Dazzle en la Academia Real de las Artes en Londres para su posterior experimentación con pequeñas réplicas de las naves, lugar donde conoce a Edward Wadsworth. Este último ya se había convertido en una figura prominente de una nueva corriente artística y literaria que prometía tomar Gran Bretaña: el Vorticismo.
Judith Collins y John Welchman en el libro Techniques of Modern Artists, indican que el Vorticismo se presentó como una forma de «apatía cultural nacional», en la cual manifestaban su descontento contra los desnudos y los paisajes por figuras más robustas, grotescas y abstractas como las geométricas, pero con líneas que asemejan al vórtice. Asimismo, sus más llamativos representantes (Wyndham Lewis, Williem Roberts entre otros) se convirtieron en los nuevos Rebeldes de la ciudad de Londres quienes pretendían definir la modernización de la vida y las consecuencias de las grandes industrias.
BLAST, la revista vorticista, se convirtió en un paradigma del avant-garde y del desarrollo de la tipografía en el diseño gráfico en el futuro. Sin embargo, esta corriente moderna-radical tuvo una corta vida (tres años aprox.), ya que después de terminada la Primera Guerra Mundial (1918) y con un mundo por construir, el movimiento se debilitó y comenzó el surgimiento de otros artistas. De hecho la tecnología venció una vez más a la mano del hombre, ya que no era necesario camuflar naves porque se había inventado algo más poderoso: el radar.
Tanto del Trabajo de Wilkinson y Wadsworth es casi inubicable puesto que mucho de estas obras fueron destruidas y las fotos en blanco y negro, no dejan observar y apreciar la complejidad de la paleta de colores y de las formas con las que trabajaron.
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Una pena…