Generalmente vivimos la vida estresados: si tenemos mucho trabajo nos falta tiempo libre y si tenemos mucho tiempo libre probablemente nos falte trabajo. En cualquier caso siempre vamos a encontrar algo sobre qué preocuparnos, después de todo los seres humanos somos expertos en eso de crearnos preocupaciones. Es por ello que necesitamos un espacio para nosotros, un momento de desconexión con los “problemas” pero de conexión con nosotros mismos.
Pilates es un excelente medio para lograr este vínculo
Muchos alumnos me comentan que, al terminar una clase de Pilates, se sienten como renovados y llenos de energía (a pesar del esfuerzo realizado). Yo misma experimento esa sensación al terminar una clase o un entrenamiento.
Esto ocurre cuando realizamos Pilates porque los ejercicios están coordinados con la respiración, esto hace que la atención se estabilice y que nos centremos en el momento que estamos vivenciando: “el aquí y el ahora”.
A esta atención plena se le llama “Mindfulness”.
Al comenzar una clase de Pilates, con ayuda del profesor, deberás buscar conectar contigo mismo, centrarte en la respiración y tener en cuenta tus sensaciones kinestésicas (sensaciones internas). Para ello deberás liberar tu mente (acallarla) y esa conexión, esa “atención plena”, te acompañará a lo largo de toda la clase y te ayudará a controlar tu cuerpo durante toda la sesión. Ese será nuestro objetivo: ser consciente de la posición del cuerpo con respecto al espacio y también con respecto al tiempo (Movimiento lento pero fluido).
Con la práctica, iremos adquiriendo una mayor consciencia de nuestro cuerpo, de nuestros pensamientos y de nuestras emociones, lo que nos será de gran ayuda en nuestro día a día.
No esperes más. Sé feliz, haz Pilates.
“Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”. (Proverbio Árabe)