Hasta enero de 2015 en pleno barrio porteño de Recoleta, hay una exposición de arte para todas las edades. Una presentación diversa que desembarca en dos lugares para traer lo mejor de Guatemala, México, Chile, Brasil, Perú y Argentina, entre otros. Se pueden apreciar, desde miniaturas, que sólo pueden haber sido creadas por personas con talento fuera de este mundo, hasta enormes esqueletos vestidos con llamativas tonalidades que celebran el Día de los Muertos. En “Grandes Maestros del Arte Popular Iberoamericáno” se manifiesta la sangre originaria creadora de magia.
La muestra se desarrolla en el Museo de Arte Popular José Hernández (ubicado en Avenida del Libertador 2373) y el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco (emplazado en Suipacha 1422). En el primero, las artesanías de Iberoamérica comparten espacio con el recuerdo del escritor de El gaucho Martín Fierro que da nombre al museo en cuestión. A 180 años del nacimiento de Hernández, se exhiben traducciones de la obra maestra del autor, ediciones poco vistas y prólogos de reconocidos artistas de la época. En el segundo, la exposición permanente es de platería, llamativo acompañamiento para dibujos, esculturas de barro, ponchos y mantas. Aunque apreciar esta exhibición no tiene precio, por recorrer ambos museos la entrada es de $20 todos los días excepto los miércoles que es gratuita.
Una variedad de pesebres son testigo de la resignificación de sentido que se le asigna al nacimiento de Jesús en Iberoamérica. Son coloridos, musicales y con reyes magos que regalan otras cosas además de oro, incienso y mirra. Jesús es inmortalizado en barro, tinta china y calabazas, en la mayoría de los casos, con otro color de piel, otros ojos y otras vivencias. La María que lo trae al mundo no es, en todos las obras, blanca ni tampoco virgen. Los dioses no están tan alto: caminan, sienten, aman y vuelan como humanos.
Los abrigos no tienen cierre ni botones ni son fabricados en serie. Cada uno es único, posee un minucioso proceso de elaboración y es fiel reflejo de que lo original se hace con el cuerpo y no con la tecnología. Las piezas unen a todos los continentes en uno ya que, a pesar de existir técnicas específicas de cada punto del mundo, en esta muestra se ve con claridad la fusión de etnias, eternizadas en madera, lana, algodón y seda, entre otros materiales.
Lo que muchos utilizarían como decorativo, los artesanos que exponen en Recoleta lo crearon para usarlo cotidianamente. Es el caso de los textiles y amoblados. Sombreros, sillas, canastas y bancos creados en mimbre son la muestra fehaciente de que quienes lo inventan llevan el orgullo de su arduo trabajo en gran parte de sus quehaceres diarios. Lo mismo sucede con las telas: tapetes, alfombras, ponchos y hamacas para todos los gustos abrigan a quien esté dispuesto a apreciar un arte elaborado con manos y pies luchadores.
Un infaltable homenaje a Frida Kahlo conquista la muestra que tiene artesanías producidas, casi en su totalidad, por mujeres que gritan para que todo lo que siglos atrás se creyó perdido salga a la luz. “Grandes Maestros del Arte Popular Iberoamericáno” es una explosión de cultura originaria modernizada. Un sacudón de la pachamama que logró que sus hijos no la olviden. Ellos tiñen sus telas y esculturas con recursos naturales y siguen respetando a su madre que, a pesar de ser tan bastardeada, aún los arropa y cuida.