Por Ornela Orsino | Argentina
Los 4 libros y las 5 películas de la saga Crepúsculo nos habían acostumbrado a que las historias de amor perfectas y soñadas se trataban de una mujer vulnerable, intimidada por un adolescente en el cuerpo de un hombre con una belleza sobrehumana. Sobrehumana porque Edward Cullen era un vampiro que rápidamente podía acabar con la vida de la pobre Bella Swan, que se enamoró profundamente de un monstruo asesino pero increíblemente hermoso. Él podía volar, teletransportarse y leer la mente de las personas, además de tener dotes para la música. Ella era una alumna de secundaria común y corriente, torpe por donde se la mire y mala para los deportes. Pero se amaban, y así la historia duró años.
Es cierto que es difícil comprender qué es el amor
Pero si estoy segura de algo, es que obligar a una mujer a firmar un contrato para mantener una relación sádica con encuentros únicamente sexuales y sin que nadie lo sepa NO LO ES. En un marco en el que hablar de los derechos de la mujer está en auge, es inentendible cómo hay millones de fanáticas a lo largo no sólo del país sino del mundo que se deleitaron con la primera película de la trilogía 50 sombras de Grey. Christian Grey es un joven de 27 años, elegante, con buen físico y con una belleza indiscutible. No es un secreto que tiene varios millones, departamentos de lujo y autos de alta gama; pero sí lo es que tiene una verdadera adicción por el sadomasoquismo. Y quien cae en sus garras es la estudiante de literatura inglesa Anastasia Steele, inexperta en relaciones sexuales e igual de torpe que la antigua Bella Swan.
El erotismo que aparece en el film fue adaptado para que las fanáticas adolescentes curiosas por las escenas de sexo más violentas o asquerosas explícitas en el libro puedan entrar a la sala sin la compañía de un mayor. ¿Y qué pueden aprender sobre sexo aquellas inexpertas tal como Anastasia viendo a un hombre que dice que no hace el amor sino que tiene sexo, y que le dice “novia” a una pobre chica que sólo ve para atarla, vendarle los ojos o pegarle cachetazos o aún peor con látigos o rebenques? ¿Creerán que en serio eso es ser “novia”?
Si bien la palabra femicidio fue utilizada públicamente por primera vez en 1976, no hace muchos años que tiene adjudicado el valor que le corresponde. El femicidio es una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres, es el asesinato cometido por un hombre hacia una mujer a quien considera de su propiedad. Recién en diciembre de 2012 se promulgó en Argentina la ley 26.791 que agrava la condena a un asesino por violencia de género. Y a pesar del esfuerzo de crear consciencia de lo grave de este asunto, de tener que soportar cortes de calles por marchas contra la violencia de género o exposiciones en la puerta del Congreso un tanto fuertes para la vista de cualquiera que pase, los cines se llenan de mujeres de todas las edades para ver un film -irónicamente estrenado en Estados Unidos el día de los enamorados- cómo un hombre maltrata física y espiritualmente (ya que el “Señor Grey” no le permite a Anastasia ni siquiera enamorarse de él) a una desafortunada jovencita sin talentos.