La clave de este estudio se encuentra en el antropomorfismo, una tendencia a vincular el comportamiento de animales u objetos con emociones, pensamientos o emociones propias del ser humano.
¿Cuándo eras niño hablabas con tus juguetes? Esto es algo perfectamente normal, ya que según este estudio, los seres humanos tienden a antropomorfizar aquellos objetos que más aman.
Lo mismo sucede con los animales y, en la etapa de la adultez, una persona que hable con su mascota es percibida por su entorno como inmadura, no obstante, no es así.
Nicholas Epley, el investigador a cargo del estudio, afirma que el hecho de que una persona pueda reconocer la existencia de una mente en un animal o en un objeto está asociado con un nivel de inteligencia superior a diferencia de aquellas personas que no lo hacen.
Además, quienes acostumbran hablar con sus mascotas presentan un nivel más elevado de inteligencia social. Por lo que son personas más aptas para relacionarse con su entorno y empatizar con sus semejantes.