El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió un documento que estaría destinado a cambiar la organización política, diplomática y ciudadana del mundo: la Declaración Universal de Derechos Humanos. Este texto, elaborado por un comité integrado por ocho miembros (dentro los cuales cabe destacar a Eleanor Roosevelt, esposa del por entonces expresidente de los EE. UU. Franklin D. Roosevelt), proclamaba los derechos inalienables que le corresponden a toda persona en tanto ser humano, más allá de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política, posición económica o cualquier otra condición. Desde entonces, cada 10 de diciembre se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos, una fecha que nos invita a reflexionar profundamente sobre la necesidad de hacer de este planeta un lugar más justo, solidario y pacífico.
Hasta el momento, son nueve los tratados que constituyen el corpus básico de instrumentos internacionales vinculados a la Declaración Universal de Derechos Humanos: derechos civiles y políticos, económicos y sociales, contra el racismo, contra la discriminación de las mujeres, contra la tortura, derechos de la infancia, trabajadores migrantes, contra la desaparición forzada y derechos de las personas con discapacidades. Y todos los Estados miembros de la ONU han ratificado al menos cuatro de estos tratados. Nada mal si tenemos en cuenta el carácter ideal y orientativo (es decir, no obligatorio) del documento del cual provienen.
Dicho esto, ahora que se empieza a vislumbrar el fin de la pandemia, es necesario pensar en una reconstrucción superadora, una que asegure que los derechos humanos serán la base de todos nuestros esfuerzos de recuperación, ya que está claro que solo alcanzaremos nuestros objetivos comunes como especie si somos capaces de crear igualdad de oportunidades para todas las personas y hacer frente a la exclusión y la discriminación, pandemias estas mucho más arraigadas que la que aún mantiene en vilo a la OMS.
Pero no estamos solos los humanos
Cincuenta años después de que se aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos —el 10 de diciembre de 1998, para ser exactos—, y en respuesta a la citada efeméride, se creó el Día Internacional de los Derechos de los Animales.
Así es como, en la actualidad, cada 10 de diciembre se celebran dos fechas importantes de reivindicación, una que tiene a los seres humanos como protagonistas y otra que incluye a todos los demás seres vivos que tienen posibilidad de sentir.
El Día Internacional de los Derechos de los Animales ha recibido el apoyo de organizaciones de Inglaterra, Holanda, Francia, República Checa, Alemania, Polonia, Chipre, Canadá, Estados Unidos, México, Argentina, Brasil, India y Filipinas, entre muchos otros países, países que saben que no estamos solos los humanos en este vasto y complejo mundo, sino que otros seres sintientes, tan dignos de respeto como nosotros, nos acompañan y nos seguirán acompañando siempre.