Por Marlina Roh | Argentina
Las formas se multiplican al infinito cuando de conocer a alguien se trata y las apps no perdieron el tiempo en generar un espacio más…
¿Tinder o Happn? esa suele ser la gran pregunta, los expertos recomiendan tener ambas a la vez aunque eso cueste un gran tiempo de mantenimiento.
Pero todavía existe una alta cantidad de escépticos que proclaman la frivolidad de estos espacios, aunque la realidad es…
¿Qué encuentro, espacio o forma de conocer a alguien no comienza siendo banal y de bajas probabilidades de convertirse en amor?
Recorramos algunas historias que no se generaron mediante apps (por si se preguntan son historias de #non-fiction)
El reo
Se conocieron en un cumpleaños, de esos donde la diversidad de grupos converge en un mismo espacio y gente que de otra manera no se hubiera conocido, comparte tragos y anécdotas.
Según cuenta ella “él estaba buenísimo”, tenía aspecto reo y un andar que divulgaba progresismo. De primer cita la llevó a una clase de tango que fue súper romántica.
Después de un par de originales encuentros, él fue a su casa, y todo fue perfecto hasta que él se sacó las Convers y ella no pudo hacer otra cosa que quedarse al lado de la ventana inhalando las ráfagas de aire fresco que se filtraban por la abertura.
Al reo se le olvidó ponerse talco, o lo que es peor, lavarse los pies.
¡No crush!
En un bar de por ahí
Ella se acerca, como toda una dama cree que no es necesario cederle el paso al caballero, comienzan a hablar, después de las típicas preguntas de nombre, edad, domicilio y ocupación deciden moverse de bar para estar más tranquilos.
Cuando la noche terminó deciden buscarse en Facebook para mantener el contacto y descubren una amiga en común;
Ella: ¿la conocés a Luchi?
Él: Es mi ex desde hace un par de semanas
Ella: ¡Ah! es mi compañera de proyecto
¡Oops, no hay match!
Compañeros de trabajo
Él es su compañero de trabajo, solo compartían unos cruces de pasillo, pero bastó para que la invite a salir. Salieron a cenar un par de veces, la química no era del todo completa, pero el rato resultaba agradable, así que para la cena número tres ella decide invitarlo a comer a su casa, y entre mensaje que va y mensaje que viene en pos de la organización de la comida, él se atreve a darle lugar a sus libidinosas ansias y le pregunta: “¿Me vas esperas en tanguita o culotte?”
¡Que poco tacto querido!
¡No match!
El oso
Ellos se conocieron en una fiesta de la facultad, a los dos les gustaba mucho Miranda, y el próximo recital seria en unos días, combinaron fecha y hora para sacar juntos las entradas y de paso tomarian una coca-cola en la esquina. Ese día del encuentro, él llegó, la saludó, abrió su mochila y sacó un oso de peluche para ella, el cual por si no fuera poco, llevaba un “LOVE U” en el estómago. Les juro que es real…
¡NO CRUSH!
Y seguiría con las historias, pero no es una crónica de citas frustradas sino un artículo más de como Tinder y Happn son solo nuevos espacios de encuentro, igual de banales y frívolos que un boliche o un bar. Y si bien uno puede conocer a alguien en la facultad estudiando la historia de los griegos, nada garantiza que todo decante en una conexión profunda de amor.
A pesar que siempre estoy de acuerdo con lo idiotizante que puede ser esa pantalla que llevamos incrustada en las manos hace un tiempo, también creo que el límite lo pone uno, acotando el tiempo que dedica a ser un par de líneas escritas o una foto filtrada.
La culpa no es de las redes sociales, es de quienes nos sumergimos en la comodidad de lo inmediato conformándonos con poco, sin dedicarle tiempo a lo verdaderamente sustancial. Porque lo demás, son solo atajos.