Recientemente, por una diferencia de opiniones con cierta persona, pude dilucidar la diferencia entre dos palabras que para mí, hasta entonces, habían sido casi sinónimos. Me estoy refiriendo a egoísta y egocéntrico.
Dejando de lado el concepto de egocentrismo de Piaget (que se refería a una etapa de desarrollo en la edad temprana del ser humano), hablo del egocentrismo como aquella característica «que define a una persona que cree que sus propias opiniones e intereses son más importantes que las de los demás… lo que él piensa, opina, decide, cree y razona es primero y más importante que el resto, el mundo gira alrededor de su individualidad y lo que no se ajusta a él es rechazado y desvalorado por su opinión».
Así, descubrí con sorpresa que alguien puede ser egoísta sin ser egocéntrico y viceversa, aunque esto pueda parecer contradictorio visto superficialmente. El egoísta quiere todo para sí, sin importarle el otro; es un sálvese quien pueda, y si él puede ser el primero, mejor. Pero ser egoísta no implica que dicha persona no se dé cuenta de ello o no reconozca que los demás tienen las mismas necesidades que él. Simplemente, prioriza su persona aunque eso resulte en desmedro de otro.
No obstante, para un sujeto egocéntrico, lo que prevalece es su manera de ver e interpretar el mundo. Si para él lo que debe hacerse es ceder el asiento en un transporte público a alguien que, por algún motivo, esté en inferioridad de condiciones, él lo hará, dejando de lado su comodidad. De igual manera con una serie de situaciones posibles que nos llevarían a interpretar que lejos está de ser egoísta. No obstante, cuando se encuentra con alguien que no responde a sus parámetros o forma de ver la vida y las circunstancias, lucha a capa y espada por imponer las propias. No puede entender que el otro tenga otra visión y, si la tiene, está equivocado y, como tal, debe ser desestimado.
Si son varios los que no comparten su cosmovisión significa que el mundo enloqueció, son todos tontos, o hay una decadencia en la humanidad. Como un náufrago aferrado a un tronco flotante, el egocéntrico se aferrará aún más a sus preconceptos y criterios, tratando de hacerle ver a los demás cuán equivocados están, o encerrándose en sí mismo, rumiando su indignación.
Es así que, según mi experiencia, ambos conceptos quedaron apartados. El egoísta sabe que hay un otro, pero no le importa; para el egocéntrico ese otro debe responder o coincidir con su forma particular de ver y actuar en el mundo, si no, entra en conflicto, no consigo mismo sino con el otro, con aquel que «no entiende» cómo son realmente las cosas, sin pensar que quizás el que no entiende es él mismo, al no poder ponerse en los zapatos ajenos.
Conceptos básicos:
Egoísmo: (Del lat. ego, yo, e -ismo). m. Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás. (Real Academia Española).
Egocentrismo: (Del lat. ego, yo, y centro). m. Exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales. (Real Academia Española).