En todos mis años acompañando personas como coach, me crucé con muchísimas historias. Historias de ganas, de sueños grandes, de objetivos que nacen del corazón.
Pero también me encontré con algo que se repetía mucho: el freno al momento de accionar.
¿Te suenan frases como estas?
“Estoy esperando a tener mi web lista para lanzarme”
“Hasta que no tenga mi LinkedIn perfecto, no puedo salir a buscar clientes”
“Sin un logo no puedo empezar”
“Cuando tenga más tiempo, arranco”
“Quiero capacitarme un poco más antes de empezar con mi emprendimiento”
“Cuando mis hijos sean más grandes, voy a trabajar por mi cuenta”
Y así podría seguir… Porque siempre parece que falta algo antes de comenzar.
Sí, algunas de esas cosas pueden ser útiles… pero no son indispensables para DAR EL PRIMER PASO.
Muchas veces esas “razones” no son más que excusas disfrazadas. Excusas que encubren miedos, inseguridades, falta de confianza o simplemente dudas sobre uno mismo.
Y está bien. Nos pasa a todos. Pero también hay que saber reconocerlo.
La verdad es que, si esperamos a que todo esté perfecto para accionar, probablemente no hagamos nada. Porque nunca va a estar TODO listo.
No existe ese “momento ideal”. Lo que sí existe… es la decisión de empezar igual, con lo que tenemos hoy. Y confiar en que en el camino vamos a ir aprendiendo, ajustando y creciendo.
La acción es la que trae claridad, confianza y evolución.
Entonces, te dejo esta pregunta:
¿Querés hacerlo o querés hacerlo perfecto?
Y si en el camino te equivocás o las cosas no salen como esperabas, pregúntate:
- ¿Cómo me voy a tratar cuando cometa errores?
- ¿Qué elijo sentir si alguien me dice que no?
- ¿Qué voy a hacer ante el primer obstáculo?
- ¿Cómo me voy a levantar cuando las cosas no salgan como planeé?
Porque al final del día, todo se trata de elecciones.
Y yo elijo… que ¡es mejor hecho que perfecto!
¿Y vos?