Por Sandra Huayanay | Perú
Si seguías preguntándote por qué debes viajar solo al menos una vez en tu vida. ¡Vamos! ¡es momento de hacerlo!
Cuando les comenté a mis padres que me iba de viaje sola, me cuestionaron peor que a sospechoso en interrogatorio. Se rehusaban a creer que lo haría e incluso me dijeron que cancelara mi aventura. Yo solo atiné a decir que ya me había comprado mi boleto de avión y no, no lo cancelaría por nada. Me miraron incrédulos. ¿ Cómo la menor de sus hijos iba a hacer semenjante cosa? Está fuera de juicio.
Quizás sí. Lo anormal hubiera sido que les hubiera hecho caso. Pero no. Nací un poco rebelde y decidí irme sola de viaje.
Sola.
¿Y saben algo? No me arrepiento de nada. Fue lo mejor que he hecho hasta ahora.
Al comienzo te da un poco de miedo ante algo que jamás habías hecho. Visitas todas las páginas de internet para saber cómo transportarte en una ciudad tan grande como la Ciudad de México. Pero,¿Saben algo? todo lo que pensaste se te olvida. A mi me ocurrió. Me quedé en el aeropuerto dando más vueltas que gato persiguiendo su cola. Después de calmarme de mi pequeño ataque de ansiedad, me dí cuenta que era tiempo de irme de ahí y trasladarme a mi hospedaje. Fue toda una odisea. El miedo y la adrenalina corrían por todo mi cuerpo.
Muchas personas de mi entorno me dijeron que viajar solo sería aburrido y triste. Esa sólo es una de las tantas leyendas urbanas que recorren en la mente de los incrédulos.Ante todo pronóstico, lo logré. Incluso, puedo manifestar que fue una meta cumplida.
Lo más importante de viajar solo no sólo es conocer la ciudad que visitas y conocer la cultura de otras poblaciones, sino cómo llegas a interactuar con ellos y aprendes de ellos. A partir de eso, comienzas a explorar actitudes que jamás pensaste sacar de tí mismo. Aflora tu personalidad, tu identidad, tu verdadero yo. No saben lo gratificante que se siente. Yo me sentía libre, como las aves que vuelan sin cesar, agradecidas de poder seguir respirando y volando hacia nuevos lugares.
Yo no tengo alas. Pero aún así, con los pies en la tierra, debes aprender cómo hacerlo para sentir el por qué estamos en este planeta.
Conocí tantos lugares increíbles que me sentía que estaba en algún sueño del cual no quería despertar. Conocí a tantas personas que me hicieron sentir súper bien y me trataron como si nos conociéramos de toda la vida. Aún no salgo de mi asombro. No creo que sea suerte, nunca la he tenido. Quizás nuestros caminos se trazaron para explorar la felicidad que tanto buscábamos y no habíamos encontrado en nuestros lugares de origen. Fuimos felices. Muy felices.
La parte más triste siempre serán las despedidas. Por mí que no existan. Son horribles. Son lo peor si la ciudad se presta para hacerla más agobiante con lluvias chispeantes, como en las películas. Sentir que tu estómago se encoje y se retuerce de tristeza es una de las cosas que he experimentado en este viaje y que me duele al recordarlo…
A pesar de todo, fue una grata experiencia, esa de las que puedes contar. Eso si, no cuentes todo. A ver si se animan a hacerlo también.
No sé cuándo volveré a viajar sola. Tal véz alguien quiera acompañarme a mis aventuras por el mundo. Sin embargo, nunca olvides que si no encuentras la felicidad o sentido a la vida por donde te encuentras, quizás un pequeño pueblo al otro lado del orbe te está esperando con los brazos abiertos.
¿Qué esperas? Viaja, vive.