El Día Mundial del Sida se ha convertido en una de las fechas más significativas de nuestros calendarios, pues supone una oportunidad para concientizar a los habitantes de esta gran aldea global sobre los daños causados por la propagación del VIH.
Cada 1.o de diciembre (fecha que nos remite al primer caso de sida, diagnosticado en 1981) se llevan adelante una serie de actividades que tienen como objetivo, por un lado, generar conciencia y, por el otro, celebrar los importantes logros obtenidos a lo largo de los años, como pueden serlo el acceso a los servicios de prevención y a los tratamientos antirretrovirales.
Curiosamente, esta fecha no siempre tuvo el nombre con el cual hoy la recordamos. Hasta 2011, se la conocía como Día Internacional de la Lucha contra el Sida, pero la ONUSIDA(siglas con las que, desde 2004, se conoce al Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida) decidió cambiar este nombre por el de Día Internacional de la Acción contra el Sida, pues consideraba que la palabra lucha tenía una connotación un tanto «belicista». A partir de 2021, la ONUSIDA pasó a llamarla sencillamente Día Mundial del Sida.
VIH y sida no son lo mismo
El sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) es una enfermedad causada por el VIH, un virus que ataca de manera directa el sistema inmunológico de las personas y que, a la larga, puede terminar con sus vidas.
Por lo general, se cree que el VIH y el sida son la misma enfermedad, cuando lo cierto es que el sida es una consecuencia del VIH. Por lo tanto, no siempre los portadores de VIH terminan enfermando de sida.
En efecto, son muchos los pacientes que han sido diagnosticados con VIH que no llegan a contraer el sida en tanto tal. Estos son capaces de pasar años con el virus en su cuerpo, pero sin llegar a sufrir un deterioro grave en su sistema inmunológico. Lo que demuestra que un diagnóstico oportuno y un tratamiento que se inicie sin demasiadas dilaciones pueden evitar que el sida se manifieste.
¿Cómo se puede prevenir?
La manera más segura de prevenir el sida es evitar el contacto sexual con personas infectadas y, en caso de que el acto llegue a consumarse, se deberán tomar las debidas medidas de protección.
La primera medida de seguridad a la hora de tener relaciones sexuales es el uso de preservativo. Si bien esto no garantiza del todo que la persona sana no contraiga el virus, sí reduce considerablemente el riesgo de contagio.
Otra manera de transmitir el VIH es mediante el uso de jeringas, como sucede con ciertos adictos a las drogas. Un adicto puede tener el virus en su organismo y transmitirlo a través de la sangre a una persona que esté sana por el solo hecho de compartir una jeringa. Por lo que se aconseja no compartir jeringas en situaciones como esas.
Las pruebas del VIH son fundamentales para garantizarles a los portadores del virus el acceso a los tratamientos necesarios, esos que les permitirán llevar una vida digna y productiva. Las pruebas son fáciles de realizar y casi siempre se limitan a una simple extracción de sangre.
Sin embargo, el estigma y la discriminación que aún hoy rodean la enfermedad da lugar a que muchas personas solo acepten hacerse las pruebas cuando padecen síntomas graves, y esto, como vimos, no es lo aconsejable.
En 2020, la pandemia puso en evidencia cómo la salud está ligada con cuestiones esenciales todavía no resueltas, como los derechos humanos, la igualdad de género y la desigualdad económica y social. El sida, como podemos deducir, no es ajeno a estos problemas. Por eso, el 1.o de diciembre es importante que tomemos conciencia y reflexionemos, pues, como dice la Fundación Huésped de Argentina, «el #VIH sigue #VIHgente».