Antes de cualquier pasión en el mundo, los seres humanos somos personas. Todos somos iguales, como rezaban los revolucionarios de antaño.
En esta oportunidad, les presento una queja a la mayoría de las personas que me atacan, hace años, por una de mis pasiones, probablemente la más grande. Tengo 23 años de edad y soy taurino.
Aun cuando tenga 78 primaveras, si es que llego a esa cifra o tal vez no llegue ni a las 24, seguiré teniendo la misma pasión que corre por mis venas. Tal como le decía Pablo Sandoval a su jefe y amigo el Dr. Esposito, en la mundialmente conocida película argentina, el secreto de sus ojos “El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín. No puede cambiar de pasión”. Si yo fuera el asesino de esa película, en el lugar donde me encontrarían, seguramente sería una Plaza de Toros.
No es fácil ser taurino en estas épocas, donde la doble moral se siente a flor de piel. Millones de jóvenes en el mundo, detestan esta expresión artística suprema, y lo que es peor, me aborrecen por defenderla. No recuerdo cuantas veces, han involucrado a mi madre en una conversación donde destaco la parte cultural de la fiesta brava. Por suerte, tengo claro lo que es mi madre y esas palabras no me tocan. En innumerables ocasiones, me han tildado de asesino; normalmente me dicen ignorante, retrogrado y hasta degenerado.
Lo único positivo de mi generación, es que llevan tanto “taladrando” mi dignidad por este tema, que me han hecho inmune a las palabras sin sentido que lanzan en mi cara.
No quiero llenar estas líneas con los argumentos que tengo infundados en mi mente, acerca de por qué la tauromaquia es un arte, pues con el paso del tiempo, he entendido que un”anti taurino” jamás podrá comprender una definición aun mas importante, la de la palabra respeto. ¿Pueden ustedes imaginar, que por entrar a un concierto de rock unas personas orinaran sus cuerpos? ¿Se podrían comprender las “razones” por la cual al entrar a un museo, un grupo de jóvenes escupirían a los espectadores? Recuerdo tantas tardes taurinas, en las que al entrar a las plazas más importantes nos han recibido de esa forma, o lo que es peor, con gritos incoherentes acerca de la condición social de quienes asistimos a la fiesta.
Esto no lo quiero convertir en un debate acerca de si está bien o mal la fiesta, solamente busco que las personas que piensan que esta es una expresión violenta respaldada por “bárbaros” como yo, cuando estoy seguro que no más del 50% de los que me tildan de esta forma, tengan idea alguna de que tiene que ver balbucear con esta palabra, logren comprender que por más de que no nos guste algo, no podemos perder el respeto hacia los demás, porque recuerden TODOS SOMOS IGUALES. No podemos estar odiando a una persona por sus pasiones.