En vísperas de fin de año, muchas personas caen en una situación prototípica: hacer un balance de lo transcurrido del año que se va, y en consiguiente, imaginar un año ideal, planear todo lo que desean en los futuros meses. De ahí en más, todas las acciones que realicen serán con el fin de alcanzar esa meta prevista sin tener en cuenta que, muchas veces, éstas son demasiado grandes o las circunstancias son distintas a lo supuesto. Frente a esto, es bastante común que las personas sientan fuertes frustraciones, por eso, el consejo principal es “dejar que todo se guíe bajo la lógica del carpe diem”.
Lo fundamental es hacer de tu mente un reflejo de la famosa cita. Esta antigua frase, que sobrevivió a varios siglos y distintas partes del mundo, es originaria del latín y su traducción al castellano es “aprovecha el día”. Quiere decir que el futuro es impredecible, y por eso debemos vivir cada momento como si fuera el último, tratando de disfrutarlo lo mayor posible.
No podemos saber con exacta razón que va a pasar en el mundo en unos cinco meses, qué va a pasar en nuestro país, cómo va a estar la gente que nos rodea y sobre todo, qué vamos a hacer nosotros en ese tiempo. Por eso, te sugiero que no planees nada, que trates de ser feliz con las pequeñas y grandes cosas de cada día, y te rodees de la gente que te hace bien. Disfrutá de la espontaneidad, la felicidad va a llegar por sí sola.
En última instancia, te aconsejo recurrir al pensamiento lateral para entender que las cosas no tienen una sola explicación y por ende, tampoco una solución unívoca. Muchas de las metas a las que aspiramos, no sólo se logran mediante un camino y muchas de las cosas que te parecen no tener escapatoria posible, sí la tienen. Por otro lado, siempre pueden surgir nuevas oportunidades que nosotros ni siquiera imaginamos; así que lo repito una vez más: déjate sorprender por el nuevo año que está por empezar, sin planificaciones ni preocupaciones, sólo con una premisa “Carpe Diem”.