Por Joale Aristimuño | Venezuela
Antes de continuar leyendo este artículo, aférrate a la idea y a la realidad, si tu mente es tan cerrada, que arrugaste la cara al leer el título, y aun leyendo este lead, no eres capaz de abrir tu mente, te invito a que le pases por encima a este montón de letras y des play al video que te dejo abajo. Pero conste, etiquetar precipitadamente, es de cavernícolas.
He escuchado “estamos en pleno siglo 21” no menos de 21000 veces en mi corta vida, sin embargo, ¿Qué tan aceptada es la frase y aplicada en la realidad? Aun el color de piel, la raza, la religión y por supuesto la apariencia física, aparentemente, siguen siendo indicativos para juzgar y etiquetar a primera vista. Es verdad, “por la maleta se conoce al pasajero” pero el mundo gira todos los días, así como las personalidades son tapadas por abrigos o por bikinis, mientras las mentes más brillantes deciden esconderse en los garajes de sus casas.
2015, los prejuicios empiezan a alzarse en contra de los que se empeñan en vivir dentro de las cavernas. Ya es más común ver a jóvenes con dreadlocks, tatuajes por doquier, prendas de caballeros en mujeres y viceversa; el mundo se ha dado cuenta que la corbata es sólo un accesorio y que por el contrario, no es capaz de disimular ni tapar una verdadera personalidad. Hay gerentes sin trajes y ladrones en avionetas. El mundo empieza a desmontar, por sí sólo, los prejuicios que nosotros mismos hemos construido.
Un tatuaje ahora, no es un signo de rebeldía, ahora es un tributo, o simplemente arte, también una apuesta perdida, pero ya no es una identificación de antecedentes penales. ¡Qué mal nos deja la vista, sin, al menos, el beneficio de la duda! Como humanos tenemos la capacidad de sacar conclusiones con datos inciertos e incompletos y que responsabilidad cuando lo compartimos al mundo, y quedamos como ignorantes.
Un prejuicio, debe quedarse sólo en el “pre” de la mente y el juicio es el que debemos hacernos, antes de precipitarnos ante cualquier sentencia. Sin juzgar “al hippie mal oliente de pelo enredado” sin haber siquiera estrechado su mano, con la posibilidad de conocer, los cuidados que amerita el cabello, para obtener ese resultado. O decir “el loco de los tatuajes” sin conocer la cantidad de veces que entraron y salieron las agujas de una piel adolorida, que guarda historias maravillosas, del chamo que no se quita unos audífonos porque prefiere engañar a su timidez y pasar desapercibido, en vez de ser “el chamo misterioso”.
Renunciemos a vivir en prehistoria, a lo de “la primera impresión es la que cuenta”, renunciemos a los prejuicios sin bases ni argumentos, a las etiquetas y estereotipos que nos ha vendido la sociedad, date la oportunidad de conocer maravillosas historias, donde lo exterior sea independiente de la personalidad. Ponle fin a los prejuicios, acércate y conoce, tenemos mucho por aprender.
La famosa bebida de cola negra, que nos acostumbró a ver campañas geniales que por menos se olvida de vender su gaseosa para mostrar mensajes inspiradores, lo volvió a hacer con una serie de videos para derribar los prejuicios, a través de distintos experimentos, donde colocan a personas a describir a otros por lo que ven en una fotografía, sin ningún contexto, ni voz, ni mensajes. Los resultados fueron increíblemente magníficos y los comparto acá contigo.