«No basta amar a los niños, es preciso que ellos se den cuenta de que son amados», enuncia un cartel en la vía pública, citando las palabras de Don Bosco, casi como un mandamiento que no podemos eludir.
No cuesta dinero ni esfuerzo, tampoco requiere de un entrenamiento especial y, sin embargo, el amor a los niños es uno de los elementos constitutivos del desarrollo. La presencia del amor es imprescindible desde el origen de ese nuevo ser y durante todas las etapas de la vida. Sin embargo, tan importante como sentir ese amor es la posibilidad de expresarlo de forma continua, ¡aún siendo redundantes!
Al igual que todos los mensajes significativos que nos empeñamos en reforzar mediante la repetición cotidiana (ya sea poner límites, fijar reglas y sus consecuencias), el amor también debe formar parte de ellos. El darse cuenta que es amado le proporciona al niño un ambiente positivo y de apoyo y le permite sentirse valorado y seguro, establecer relaciones propicias para su bienestar y conformar valores sólidos que lo guiarán en sus futuras elecciones.
Aun estando atravesados por circunstancias sociales y personales que pueden ser complejas y hasta imposibles de cambiar, observamos que hay niños que son capaces de superarlas, mientras otros quedan atrapados en ellas. Posiblemente, desde nuestro ámbito de actuación no sea posible modificar esa realidad, pero sí podemos contribuir a ello promoviendo experiencias y cualidades positivas concretas, con una influencia sorprendente para la vida de los niños.
Frente a las dificultades, el niño que se sabe amado está dispuesto a buscar consejo y consuelo en sus padres, como también en otros adultos que considere sus referentes. Siente que hay un entorno que lo anima y se preocupa por su bienestar e integridad. Esta experiencia no es una experiencia más, por el contrario impacta en la calidad de vínculos que será capaz de establecer hacia los demás integrantes de la sociedad.
En conclusión, la convicción de saberse amado, independientemente de las diferentes culturas y niveles socioeconómicos, es uno de los factores determinantes para experimentar el poder personal, una sólida autoestima en la que se reafirma la identidad, un sentido de propósito en la vida y una visión más optimista respecto de las demás personas y del futuro por venir.