Un bombardeo constante con… ¿contenido?
Las noticias los apabullan
Leo a los ciudadanos comunes, preocupados y angustiados, por “la realidad” del país, el “crimen” que nos aqueja y parece acecharen cada esquina, tras cada puerta, la “violencia” que está cada vez más creciente.
Como sea, me preocupa un poco leerlos a veces. Los leo preocupados, agobiados, aterrorizados de esa información ahora tan accesible, que antes tenían oculta. El futuro les da miedo, y los atemoriza, ya no sueñan en concretar proyectos, en llevar adelante sus sueños. Esos sueños y planes pasaron a quedar en el pasado, porque el futuro se les pinta apocalíptico, terrorífico a puntos que no han podido siquiera empezar bosquejar en series de televisión de terror ciencia-ficción, y dan entonces por perdido ese futuro incierto de antemano. Y si lo dan por perdido, no tienen nada que lograr. Se rinden a lo, según su visión, inevitable. Perdieron la esperanza, lo que es el motor de nuestras vidas, cambiándolo por nostalgia de tiempos mejores, lamentando y atormentándose con lo que vendrá.
Pero es esta información que los bombardea masivamente por las redes sociales, ahora accesibles a todos, por los medios de comunicación que, en su deseo de estar ardía, publican y replican información falsa sin chequear demasiado, atusan miedos y clamores populares “porque vende” y bombardea de estos datos que tanto los atemoriza es falsa. Pero los receptores, carecen de los elementos para valorarlo.
Porque no es solo si el dato es o no verdadero, el problema es la forma.
Constantemente, parecen aparecer modas que en un recurso infinito agotan y en pos del rating, los seguidores, los me gusta y las publicidades, repiten hasta lo intolerable.
Escuchando hechos de inseguridad desconociendo el contexto, la realidad mundial de las grandes urbes, la multiplicidad de factores que involucra una sociedad desigual donde se atraviesa una sociedad de consumo que empuja a tener a la constante renovación y exposición con amplias diferencias de oportunidades y expectativas. Un tema para otro largo post. Pero volvamos oeste problema.
El problema de la gente que escucha la misma noticia “Impactante “y esforzada, a toda hora, en una replicación incesante, sacados de contexto, y ven escucha, leen y hablan con otros de estos casos sin poseer otros datos que quizá les permitirían procesarlos y darle sentido. A toda hora, en todo lugar.
El rating guía nuestra vida. Quedamos atrapados entre los mensajes que nos ametrallan. Deciden que nos preocupa y terminamos angustiados dramas de totales desconocidos. Y la necesidad de seguir la novedad es un fin para pertenecer, no quedar descolgado, no importa de qué se trate.
Pospartidos de futbol se vuelven un motivo para reflotar odios por conflictos de hace más de 30 años que no nos interesó mucho como sociedad en aquel entonces. Hay poco interés en investigar y más en replicar lo que ya se sabe “poco”…por lo que vemos lo mismo hasta el cansancio… Lo cual generalmente termina llevando a una diferente atención hacia lo que, intereses políticos de por medio, diferencias culturales y sociales mediante, los medios buscan llevar a nuestro lugar de interés.
La competencia ya no es por informarnos sino por capturar nuestra atención. Por ende, recurren a apuntar a la respuesta emocional, al golpe bajo y emotivo, a las emociones primarias, orientando el discurso según el perfil que presuponen es su audiencia. Así, la famosa Doña Rosa de Nuestra escuchará largas opiniones sobre qué tan corta era la pollera de Melina, o cuando dejo la secundaria o si salía mucho a bailar, quizá para calmar el creciente miedo interno de que esa realidad podía pasarle a cualquiera, incluso a su nieta o la vecina, mientras la sociedad patriarcal no cambie.
Captan nuestra atención, nos estresan, y nos dirigen y perpetúan pensamientos y prejuicios por exceso y por saturación. Y lo logran, de un modo despiadado.
Tal vez sea momento de tomar un tiempo, alejarse y respirar, disfrutarla realidad y el hoy, los pequeños placeres y la simple belleza de saber que es cierto, por momentos es un mundo cambiante y amenazante, pero quizá, ese estar actualizado, sea una forma de no estarlo.