Sant Rajinder Singh Ji Maharaj, afirmó que la verdadera felicidad yace en nuestro interior. Este proceso de interconexión entre alma y cuerpo es posible a través de la milenaria técnica de la meditación.
Los orígenes de esta práctica se remontan al 1500 a.C en la India, sin embargo, tanto la tradición Taoísta, en el Cristianismo, en el Judaismo o en el Islám Sufí; la meditación sus técnicas y beneficios se han convertido en pieza clave de las tradiciones espirituales.
Gracias a la tecnología de diagnóstico por imágenes ha sido posible determinar que los individuos que dirigen esta práctica a la bondad y la compasión realmente sufren cambios en determinadas áreas del cerebro, lo cual genera un estado armónico de empatía con el entorno.
Antoine Lutz, investigador de la Universidad de Wisconsin-Madison autor del estudio Compassion Meditation Changes The Brain indicó que “Existe la posibilidad de que uno se adiestre para comportarse de una forma que sea más benevolente y altruista”.
Luego de someter a 32 sujetos a un escáner de resonancia magnética funcional en el Centro Waisman de imágenes cerebrales en la Universidad de Wisconsin-Madison, Lutz señaló que se pudo demostrar una alteración de los circuitos del cerebro que antes se vinculaba con empatía y adopción de la perspectiva del otro, o con la capacidad de comprender las intenciones y los estados mentales del otro, específicamente, en aquellos individuos a los que se les pidió enviar sentimientos compasivos y benevolentes a sus seres queridos.
Sin embargo, no solamente esta práctica puede influir en nuestras conductas, investigaciones previas indican que la meditación puede reducir la reacción del cerebro al dolor, así como mejorar realmente la salud cardiovascular al disminuir el riesgo de síndrome metabólico. “El principal objetivo de la investigación era determinar si algunas cualidades positivas, tales como bondad y compasión o, en general, un comportamiento altruista, pueden considerarse destrezas y si se pueden enseñar”, explicó Lutz.