Aunque en algunos países todavía se repudia la homosexualidad (y, en ciertos casos, hasta se la condena con la pena de muerte), el mundo parece ir aceptando cada vez más la libertad sexual de sus ciudadanos.
Muy lejos estamos de la época victoriana, en la que Oscar Wilde fue preso por enamorarse del hijo de un marqués. Hoy día, cada vez en más lugares del planeta se avala el matrimonio entre personas del mismo sexo, y el escuchar las voces de aquellos que viven esa realidad, se amplía la perspectiva de quienes han tenido posiciones conflictivas ante ese tema. En los medios de comunicación se habla abiertamente y hasta en ocasiones se ve con malos ojos que alguien dé una opinión adversa sobre él.
Parecería que vamos, lentamente, hacia un mundo donde las diversas orientaciones serán respetadas. Algo necesario para la convivencia en armonía y la integración. Llama la atención, entonces, que grupos que han padecido persecución o discriminación quieran imponer a otros su forma de percibir el mundo o percibirse a sí mismos.
En una controversia que se hizo pública en los medios de comunicación, un periodista mencionó que para él un transexual no es una mujer. Comentario innecesario, quizás, que provocó una reacción tan fuerte por parte de quien se sintió aludida como así también por quienes defienden su causa (aun siendo heterosexuales), lo que me hizo reflexionar sobre si realmente hay tanta aceptación de la homosexualidad dentro de esta comunidad..
En tal sentido, surge el siguiente cuestionamiento: ¿hasta qué punto es aceptada la homosexualidad si el modelo que se busca en cualquier caso es el de hombre-mujer? Sea un hombre que se siente mujer o viceversa, hay quienes se sienten ofendidos si no se los reconoce como ellos se sienten.
¿Tanta lucha, tanto sufrimiento para que se acepte el amor entre personas del mismo sexo y, cuando se logra, se oponen a que se las considere, justamente, del mismo sexo que su pareja (independientemente de que uno/a de ellos se sienta, vista y actúe como de otro)? ¿Por qué siempre se termina imponiendo –incluso desde la homosexualidad– el modelo biológico, como si fuera la única alternativa posible y se sienten agredidos si no se los incluye en el modelo tradicional?.
Si la ley permite el cambio de sexo o de nombre, para que se adecuen al sentimiento interno de cada quien, los demás, estén o no de acuerdo, deberán respetar eso y actuar en consecuencia, pero no puede imponérseles que perciban la sexualidad psíquica de la persona en cuestión como la percibe ella misma. Puedo hacerme cirugías y aparentar menos edad, puedo incluso sentirme y verme mucho más joven de lo que indica mi documento, pero no puedo imponerle a los que conocen mi edad real que me perciban como yo me percibo, aunque mi comportamiento y actitudes sean juveniles.
«Cualquiera que me mira, ve en mí a una mujer», dijo la transexual en cuestión. ¿No está diferenciándose, acaso, por su apariencia de aquellos que, siendo hombres y viéndose como tales, se sienten mujer?
Más allá de lo anterior, hay homosexuales que se aceptan sin conflictos y no necesitan que los demás los vean de otra manera. Les basta con que se los respete y se les reconozcan los mismos derechos que a cualquier otro. O sea, homosexuales que aceptan la homosexualidad como tal.
Nota del editor: Si sufriste o fuiste testigo de un acto de discriminación consulta a los entes responsables de tu país y realiza la denuncia.