«No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy», les escuché decir varias veces a mis abuelas y mis tías. La procrastinación, tema del que hablaremos en este video, se trata justamente de desoír este consejo (perdón, queridas abuelas; perdón, queridas tías), es decir, de dejar para mañana aquello que, sin mayores problemas, podríamos hacer hoy.
Postergar, aunque sepas que no te conviene hacerlo
Solemos definir la palabra procrastinación comoel hábito de posponer o postergar las tareas importantes(generalmente, obligaciones)para dedicarle tiempo a actividades mucho menos relevantes, pero de seguro más entretenidas. Esta palabra era desconocida hasta no hace mucho tiempo para la mayoría de nosotros, de hecho, no la conocía casi nadie que no tuviera algún vínculo con el ámbito de la psicología o con el de otras disciplinas dedicadas a estudiar el comportamiento humano; sin embargo, en los últimos años se ha divulgado con sorprendente rapidez. Pienso que esto se debe a que el siglo XXI, tan lleno de estímulos y nuevas distracciones, nos vuelve cada día más procrastinadores.
Esto te parecerá curioso. Etimológicamente, la palabra procrastinación deriva del verbo en latín procrastināre, que significa ‘postergar hasta mañana’. Hasta ahí, no hay nada nuevo. No obstante, también deriva de akrasia, una palabra del griego antiguo que más o menos significa ‘hacer algo en contra de nuestro mejor juicio’. Y aquí es donde la cosa empieza a ponerse interesante.
Es que cuando procrastinamos, no solo somos conscientes de que estamos evadiendo una tarea o una obligación, sino también de que hacerlo, en el fondo, no es conveniente para nosotros. E incluso así, lo hacemos. Esta es la razón por la que los expertos dicen que la procrastinación es esencialmente irracional, ya que no tiene sentido hacer algo que sabes que te traerá consecuencias negativas.
Yo, particularmente, soy de la idea de que las personas que se enganchan en este círculo irracional de procrastinación lo hacen porque les cuesta manejar los estados de ánimo negativos que pueden llegar a surgir de una determinada tarea u obligación.
¿Es un trastorno? No, la procrastinación no está reconocida como tal. Es solo una tentación en la cual cualquiera de nosotros puede caer en algún momento si no aprendemos a manejar nuestra ansiedad y nuestros miedos. Y en todo esto, como seguramente habrás adivinado, el estrés desempeña un papel fundamental.
Conexiones con el estrés y la ansiedad
Como te comentaba, la procrastinación no es un trastorno. Sin embargo, en niveles elevados suele asociarse a otro tipo de problemas, como el aumento del estrés y la ansiedad, el bajo rendimiento laboral y el agravamiento de algunas enfermedades. Así lo explica un artículo publicado en 2013 por la Universidad de Sheffield. Según los autores de este trabajo, las causas no hay que buscarlas tanto en la pereza o en la mala gestión del tiempo, sino en la mala regulación de las emociones. Es por eso por lo que se dice que es un proceso irracional, pues la prioridad de sentirse bien en el presente se impone por sobre las consecuencias negativas que el procrastinador deberá asumir en el futuro.
Así que ya lo sabes, la procrastinación no es un defecto del carácter o una misteriosa maldición que te ha caído encima complicando tu «maestría» para administrar el tiempo, sino una manera de enfrentar las emociones y los estados de ánimo negativos generados por la tarea u obligación que decidiste postergar: aburrimiento, inseguridad, frustración, resentimiento, etc. En fin, emociones ligadas a nuestro ya conocido estrés.
Con esto quiero explicarte que, si procrastinamos, es, o bien porque la tarea nos resulta en sí misma poco placentera, o bien porque dudamos de nuestra capacidad para llevarla a cabo. Imagínate tener que limpiar un baño sucio o confeccionar una tediosa y larga hoja de cálculo para tu jefe, perfecto, estos ejemplos te darán una idea de lo primero. Ahora imagínate que en tu nuevo trabajo de oficina te encargan redactar un informe, y tú sabes que no eres bueno escribiendo, lo lógico es que te digas: «No voy a poder escribirlo. ¿Qué pensará mi jefe?», perfecto, este otro ejemplo te dará una idea de lo segundo. En uno y otro caso nos enfrentamos a situaciones estresantes y que generan ansiedad, en otras palabras, situaciones que preferimos postergar.
Todo se reduce a hacer realmente lo que te gusta hacer
Seguramente te preguntarás qué puedes hacer para superar la procrastinación. Bien, yo lo he pensado mucho y creo que todo se reduce a hacer realmente lo que te gusta hacer, sin presiones, sin miedos, sin estrés, y manejando siempre tus tiempos para poder cumplir con tus responsabilidades.
Pero, claro, para lograr esto, primero tienes que saber quién eres y qué deseas que suceda en tu vida, tanto en lo profesional como en lo personal. Una vez que lo descubras (y te descubras), verás que todo se te dará por añadidura.
Eso sí, no permitas que tu autodescubrimiento —ese que te dará la libertad para disfrutar de cada tarea que realices, de cada compromiso que asumas— tarde demasiado en llegar. Y si de ti depende, no lo dejes para mañana, ya que hoy (sí, hoy) puede ser el principio de tu nueva vida.