Poco tiene ya que demostrar un cómico de la talla de Berto Romero. Después de girar por toda la geografía española con su “Berto Romero Sigue con Nosotros”, el 23 de Mayo volvía al Teatre Borrás de la ciudad de Barcelona durante seis únicas funciones.
Lo que más sorprende a primera vista, es comprobar que la etiqueta “mainstream” que acompaña a Berto es completamente impuesta, pues si algo tiene este espectáculo, es irreverencia y mala hostia.
Acompañado de su guitarrista habitual, Iván Lagarto, Berto nos hace un recorrido de lo que hasta ahora ha sido su vida, de lo que ha significado cumplir cuarenta años y traer tres niños al mundo.
Complejos y traumas se mezclan durante una hora y media en la que Berto no duda en aniquilar sin compasión las relaciones sentimentales, a la gente guapa, (ojo, los guapos son peligrosos, os lo digo yo), a la Corona, a Dios o a Wert, nuestro querido ministro de cultura, quien pilla algo más que un tirón de orejas….
Mención especial también se merecen las visuales que Lyona ha hecho para el show, las cuales acompañan la recta final del espectáculo en unas reflexiones que poco tienen que ver con la anterior parte del espectáculo, pues las palabras de Berto dan para pensar que gran parte de lo que dice es completamente cierto y que de un modo u otro, Romero desnuda su alma durante unos minutos para darnos una lección de humildad o al menos hacernos reflexionar sobre la estupidez humana y sobre todo la cotidiana, la cual nos toca muy de cerca a todos.
Lo cierto es que una noche en la que el mundo se paralizaba por el partido del Mundial de España-Holanda, es sorprendente y reconfortante que teatros en los que nuestro “querido” Wert quiere cagarse, estén sin un solo asiento tanto en la platea como en el anfiteatro. Una noche triunfal para Berto, al cual hay que agradecer que todos los allí presentes aparcaran sus miserias en la puerta para pasar, al menos en mí caso, el mejor momento de la semana. ¡Felicidades!