Una noche de abril soñé con una pareja que, mientras caminaba plácidamente, se planteaba la idea de realizar un viaje. Como solían viajar con una elevada frecuencia y conocían varios destinos, tanto nacionales como internacionales, esta vez, ella propuso elegir un lugar que les representara alguna «dificultad». Hecho el planteo, enseguida manifestó: «¡Vamos al Amazonas!». Continuó describiendo muy exaltada lo que imaginaba: «Es un destino genial, ya puedo vernos en una barca, vamos remando nosotros, esquivando cocodrilos, observando la tupida vegetación, y sintiendo la humedad ecuatoriana en nuestros cuerpos; sería una gran aventura, ¿no?». El relato siguió con otras descripciones de índole parecida, mientras él escuchaba atento (a pesar de no querer ahogar los ánimos aventureros de su novia, no podía imaginarse ni en sueños realizando tal travesía).
A fin de que ella no siguiera entusiasmándose con un viaje que le parecía imposible, él se decidió a expresar su opinión. «Amor, en cuanto dijiste la palabra dificultad, nos imaginé tirados en una manta en el Central Park. Vos leyendo en francés, con todo lo difícil que te resulta, y yo leyendo a Borges. ¿No te parece difícil también y encima menos peligroso?».
Recuerdo que al despertarme me causó mucha gracia lo que había soñado, pero, por supuesto, vino a mi cabeza la siguiente pregunta: ¿Dónde radica la dificultad de las cosas?
Ella, como dificultad, buscaba una situación donde debían atravesar una aventura; él, en cambio, veía como obstáculos enfrentarse a la literatura y a un idioma complejo. El planteo de lo que representaba un conflicto para los protagonistas de mi sueño no solamente era real sino válido para cada uno. Entonces, concluí que, claramente, la dificultad depende de la subjetividad; tiene que ver con la historia de vida, las fortalezas y debilidades, y puede relacionarse también con nuestros temores.
En general, al toparnos con impedimentos o ante una situación compleja, nos paralizamos, nos frustramos y, a veces, hasta solemos plantearnos abandonar la tarea o el camino. Pero si ante ello nos preguntáramos por qué nos afecta tanto y desmenuzáramos la situación para conocer el origen de la dificultad, se nos facilitaría poder atravesarla o, al menos, intentarlo. Quizás no sea fácil al inicio, ya que estamos acostumbrados a reaccionar a partir de patrones de conducta aprendidos y de nuestras diversas emociones, pero considero que es una tarea que vale la pena realizar a fin de lograr un mayor autoconocimiento y poder alcanzar nuestras metas sean cuales fueran. Y vos ¿te animás?